Pesca y varaderos, la gran riqueza del litoral

La flota matriculada en los puertos de O Morrazo sumaba en el año 1939 un total de 118 embarcaciones

Barco de pasaje “María Luisa” en 1954. Pasó a llamarse “Liméns”.   | ARQUIVO A.C. NÓS

Barco de pasaje “María Luisa” en 1954. Pasó a llamarse “Liméns”. | ARQUIVO A.C. NÓS / Juan Miguel González Fernández*

Juan Miguel González Fernández*

Hacia finales de la década de 1930 las autoridades viguesas hacen público las matrículas de las embarcaciones de la ría, con sus datos técnicos fundamentales, a excepción de Moaña y Redondela. Por otra parte, en la misma publicación local se da cuenta de la industria y el comercio, incluyendo, ahora sí, los establecimientos de los municipios citados, y avanzándolos hasta 10 años después. Esto nos va a permitir conocer los entresijos, quizás algo incompletos, del mundo marinero y fabricante de O Morrazo durante la primera posguerra, cuando los sectores que vivían del mar pasan por una buena coyuntura, aún no superada ni siquiera hoy cuando empezamos el siglo XXI.

Astillero de Verdeal en Domaio, en el año 1981.   | // FDV

Astillero de Verdeal en Domaio, en el año 1981. | FDV / Juan Miguel González Fernández*

La flota matriculada en los puertos de O Morrazo sumaba en el año 1939 un total de 118 embarcaciones, o quizás algunas más, lo que significa la cuarta parte de los navíos matriculadas en la ría, que no es poco, sobre todo comparado con Baiona-A Guarda. La mayoría de los buques, como es bastante lógico, pertenecían al Distrito Marítimo de Cangas de Morrazo, que incluía a los de Moaña, seguido a bastante distancia de los de Domaio, Marín y Bueu. Los buques se caracterizaban por su escaso tonelaje, de modo y manera que casi el 90 % pesaban menos de 40 toneladas arqueo, siendo el más grande el “Cuatro Hermanos” de Cangas (50,1 t.), mientras que el triduo más moderno de Vigo llegada a las 156 t.; los más pequeños el “Primeiro de Meira” y el “Pilar” (2,4 t.), ambos de la misma matrícula; una flota relativamente numerosa pero compuesta de barcos bastante pequeños, propios para la navegación por la ría, sin arriesgarse por salir a mar abierto (placa oceánica). En lo tocante a la fuerza de tracción y a la técnica de pesca asociado, las motoras y los vapores ocupaban los primeros puestos (60 y 20 % respectivamente); escaseaban las bacas (con rampa, productivas capturas) y casi no había parejas (redes arrastradas por 2 barcos), lo que sí era llamativo un puñado de veleros. Se pescaba, con señalada diferencia, la sardina, aunque los buques a vela, capturaban jurel y faneca, y hasta existía un anacrónico “xeito”; el “María del Carmen” y el “Conchita” era la única embarcación de pasaje, matriculada en Cangas, monopolizando el sector “Vapores de Pasaje y Turismo” de Vigo. La gran mayoría de los buques fueron construidos en la década de 1930, en concreto dos tercios, datando los restantes de la década anterior; no cabe decir que la flota morracense estaba anticuada; el más antiguo localizado es el vapor “Manuel Fontán” de Cangas, fabricado en 1905; una excepción. Sobre los nombres originales, además de que una decena de Cangas comenzaban por un número (hubo anteriores o se trata -11- de varios hermanos), los hay de tipo político, como no podría ser de otra manera: “8 de julio”, “Almirante Cervera”, “Cuatro Vientos”; de animales: “Rinoceronte”, “León”; religiosos: “Fe y Esperanza”, “Niño Jesús”; e incluso humorísticos: “Que dices”, “Dejen Paso”,....

Barco de pasaje “Alegría” en el 1950.   | // ASOCIACIÓN CULTURAL A CEPA

Barco de pasaje “Alegría” en el 1950. | ASOCIACIÓN CULTURAL A CEPA / Juan Miguel González Fernández*

El segundo sector en importancia es el de los astilleros, dedicados a la construcción de pequeños buques de pesca, y de los varaderos, para realizar sus, a veces complejas, reparaciones necesarios para mantenerlo en óptimo estado. Lo primero que destaca es lo relativamente importante de su número, teniendo en cuenta la falta de desarrollo industrial de esta banda de la ría: 5 en Meira (Moaña), 3 en Domaio (Moaña) y otros tantos en San Adrián de Cobres (Vilaboa), así como uno más en Seara (Moaña), en total una docena, lo que representan la mitad de los existentes en la época. Lo segundo es su concentración en la línea de costa que va dese la parroquia de Moaña hasta la de San Adrián, un espacio muy bien definido y concreto. Lo tercero es que absolutamente siempre van unidos astilleros y varaderos, sin que haya ninguno que se salte la norma. Lo cuarto es que todos tienen un sólo propietario, que sospechamos son del propio lugar o próximo, como nos lo indican los apellidos (Amil, Currás, Ferradáns, Solla, Paz Rúa, Riobó Casqueiro, Ríos Rocha), muy distintos a los de los dueños de los grandes astilleros-varaderos vigueses, de primera fila, caso de Armada, Cardama, Freire, Barreras y Lorenzo, por citar un puñado de los más significativos. Aunque se desconoce la producción del conjunto de toneladas que despachan, pero numéricamente los más prolíficos son los de Domaio y Meira, quedando en último lugar, con diferencia, los de Bueu y Beluso. Es de destacar que 48 (40,7 %) buques de los construidos en O Morrazo tienen matrícula de Vigo, lo que indica que también se trabaja para la “exportación” a corta distancia a gran escala; los astilleros-varaderos de este lado de la ría apuntan buenas maneras en cuanto a la construcción y reparación.

Como colofón, señalar que José Viña, de Cangas, disponía del único secadero de pescado que consta en la documentación.

El mar, como desde hace mucho tiempo atrás, sigue siendo una fuente importante de riqueza de la costa de la península de O Morrazo, y en la década de 1930 la explotación se ha intensificado y desarrollado. Marineros y obreros del naval, aparecen como los grandes beneficiados de la expansión, en seria competencia con otras localidades más potentes de la ría.

*Doctor en historia y del instituto de estudios vigueses

Suscríbete para seguir leyendo