El extraño viaje del millo corvo desde Meiro a Ares
El municipio coruñés quiere convertir en un postre típico una receta con este tipo de maíz
Un tal Gerardo Criszulo envió en enero de 2009 a cinco personas una copia de un libro titulado “En la falda de la Bailadora”, que pretendía ser una narración de hechos ocurridos en la parroquia de Cervás, en Ares, entre 1806 y 1809, durante los años de la guerra contra Francia. En ese libro es donde aparece la referencia a la llegada del “millo corvo” de Meiro hasta este municipio coruñés gracias al capitán de un galeón que fue atendido en el convento de Santa Catalina de Montefaro. Es una historia en la que parecen entrelazarse hechos reales con otros que a día de hoy resultan difícil comprobar. Pero esa es la base de cualquier buena historia y esta ha propiciado un hermanamiento entre Bueu y Ares y que el “millo corvo” traspase las fronteras de O Morrazo.
Al menos cuatro de las personas que recibieron por correo la copia del libro son naturales de la parroquia de Cervás y están relacionadas con la enseñanza. Como el autor no había encontrado un editor interesado preparó las copias y las envió a este selecto grupo “para que este interesante y desconocido retazo histórico no quede en el olvido”, decía en la carta.
Una de las elegidas es Rita Peinado López, que picada por la curiosidad comenzó a investigar quien era ese tal Gerardo Criszulo, que le era completamente desconocido y que aseguraba que el libro fue impreso en Venezuela en 2008. El autor explicaba que en 1992 el antiguo párroco de Cervás, Antonio Rodríguez Fraiz, le entregó unas hojas manuscritas y una carta que habría encontrado en el año 1945 durante una reforma de la casa rectoral. Esa carta estaba fechada en diciembre de 1810 y firmada por una sobrina del entonces sacerdote, Manuel Antonio Martínez. La mujer la habría escondido detrás de un armario de la sacristía.
Le reveló el secreto: el segundo componente de las conocidas “Ruedas” era una pizca de harina de millo corvo. -Maíz negro-aclaró el sacerdote– que aquí todos llaman millo corvo, en alusión al pájaro. Sus granos son todos de un color negro brillante.
Al parecer es en ese texto donde aparece la mención al capitán de Bueu, que habría desembarcado en Ares más de 20 años antes y que fue atendido por los monjes del monasterio de Santa Catalina. “Este marinero, natural de Bueu en Pontevedra, les regaló cuatro espigas negras que, al parecer y según presumía, solo se conocían en su pueblo natal, que es una parroquia llamada Meiro. Esto es todo cuanto sé y ello explica que solo se cultive dentro de nuestro convento”, reza un pasaje. Este fragmento es la explicación que le ofrece uno de los sacerdotes a dos militares que estaban de visita con motivo de la fiesta de Santa Catalina, que se celebra a finales de noviembre.
Esta explicación venía a cuento de uno de los productos con los que los religiosos agasajaron a los militares: las conocidas como “Ruedas de la Santa”, elaboradas a partir de una masa de calabaza. Una conversación en la que el monje “le reveló el secreto: el segundo componente de las conocidas ‘Ruedas’ era una pizca de harina de millo corvo”.
Esta alusión es la que ha motivado el encuentro entre el Concello de Bueu y la Asociación Cultural Meiro con el Concello de Ares y la Asociación de Amigos del Monasterio de Santa Catalina, creada en 2002 ante el estado de abandono del cenobio. La presidenta del colectivo, Celia Formoso, explica que en realidad no hay una receta en la que se detalle la elaboración de este postre, que es similar a un roscón, ni las proporciones de cada ingrediente. “En Ares no tenemos un postre típico, por lo que nos gustaría promover la recuperación de esta receta. Solo se dice que hay que cocer la calabaza, añadirle un puñado harina de ‘millo corvo’ y azúcar o miel”, cuenta.
Hace unos veintitantos años el capitán de un galeón atracado en Salgueiras fue atendido por una herida. Este marinero, natural de Bueu en Pontevedra, les regaló cuatro espigas negras que solo se conocían en su pueblo natal, una parroquia llamada Meiro.
El primer paso para conseguir esa recuperación es cultivar de nuevo el “millo corvo” en Ares. El año pasado el alcalde de la localidad, Julio Iglesias, estuvo en el Encontro Degustación do Millo Corvo en Meiro y la asociación le entregó varias espigas para que pudiese plantar esta variedad de maíz en una finca del municipio. Por desgracia la primera cosecha fue más bien escasa, sobre todo por culpa de la sequía. Pero este año volverán a intentarlo para poder obtener la característica harina elaborada a partir del “millo corvo”. El objetivo es repartirla luego entre panaderos y pasteleros de Ares para que hagan pruebas para poder recuperar estas “Ruedas de la Santa”.
La presencia del “millo corvo” en Ares parece evidente. Cosa distinta es cuánto de real y cuánto de ficción hay en la historia. La profesora Rita Peinado se puso a investigar, extrañada de que el libro que había recibido supuestamente fuese impreso en Maracaibo (Venezuela) y que el matasellos del paquete postal procediese de Santiago de Compostela. Así, descubrió que el tal Gerardo Criszulo era el seudónimo literario de un vecino de Ares llamado Carlos Rodríguez Cartelle, ya fallecido cuando consiguió identificarlo. Este hombre había escrito el libro “Chanteiro, la hermita y su santiña” y no existe duda de que mantenía una gran amistad con el sacerdote al que cita, Antonio Rodríguez Fraiz (fallecido en 1995).
Amigos y conocidos de Carlos R.Cartelle le confirmaron a la profesora Rita Peinado “lo mucho que le gustaba fantasear con el anonimato en sus escritos”.Su investigación no pudo confirmar que en realidad existiesen aquellas hojas escondidas en la casa rectoral y manuscritas por la sobrina de un sacerdote de finales del siglo XVIII y principios de XIX. Tampoco pudo verificar la carta que le habría enviado su amigo el sacerdote Antonio Rodríguez Fraiz.
Eso quizás le añade un ingrediente más a las “Ruedas de la Santa”: un puñado de misterio, que nunca está de más. Un misterio que también tiene otro apartado sin resolver: Carlos R.Cartelle imprimió cinco copias numeradas de su libro y la profesora identificó a cuatro de los destinatarios. A todos menos al que recibió la primera.
Tanto desde el Concello de Ares como desde la Asociación de Amigos del Monasterio de Santa Catalina están convencidos, por otros detalles y hechos que se narran, de su verosimilitud. De hecho, dentro de poco “A la falda de la Bailadora” dejará de circular como fotocopias y será por fin editado por el Concello de Ares y Diputación da Coruña. Así, se cumplirá el deseo de Gerardo Criszulo/Carlos Rodríguez Cartelle.
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