Felipe Brito Luis es docente natural de Los Llanos, en La Palma, uno de los municipios afectados por la erupción del volcán Cumbre Vieja, en esta isla canaria, y puso en marcha una iniciativa bajo el nombre de “Una carta, una sonrisa” para que los escolares de La Palma que siguen sin poder acudir al colegio debido a la catástrofe del volcán, reciban cartas, dibujos o manualidades de ánimo por parte de niños de toda España.

En el colegio Casa de la Virgen de Cangas no se lo pensaron dos veces y ya han elaborado 82 cartas con todo tipo de mensajes de apoyo en las que también les ponen su dirección postal para poder recibir una respuesta de sus compañeros palmeros.

Este docente explica en su carta que están viviendo un momento muy dramático -las imágenes que se ven todos los días en las televisiones recuerdan en toda España la gravedad de la situación- debido a la erupción de este volcán en el municipio de El Paso que afecta principalmente a las localidades de El paso, Los Llanos de Aridane y Tazacorte, a los que hay que añadir ahora la amenaza sobre La Laguna tras la nueva erupción de lava. Desde Moaña sigue muy de cerca lo que ocurre en La Palma, Carmen María de las Casas, nativa de la isla y con la que siguen sus padres, que llegaron a finales de julio para pasar el verano y no han podido regresar por la erupción del volcán.

Los niños de estas zonas afectadas no han podido volver a la actividad escolar desde el pasado 20 de septiembre, al día siguiente de la erupción del Cumbre Vieja, y por eso que cuando puedan volver a las aulas, mediante esta iniciativa “Una carta, una sonrisa”, se encuentren con estas misivas de apoyo. Los tres municipios también están al tanto de la iniciativa.

Felipe Brito Luis propone la actividad como tarea que se puede realizar en el aula por el docente y de forma general o desde casa, de forma voluntaria y con las familias.

El colegio Casa de la Virgen aporta así su granito de arena a esta campaña que busca el objetivo de conseguir, al menos, mil cartas para poder repartir entre todos los pequeños de la isla, cuando ese día afortunado, que todavía no está marcado en el calendario, puedan retornar a las aulas. Querrá decir que la normalidad ha vuelto a La Palma y que desde otras partes de España se ha sentido la tragedia como propia, desde la solidaridad con todas las familias que lo han perdido todo con el paso de la lava, incluido su pupitre.