Cuando el 4 de noviembre de 2020 Iria Estévez, Lía Menduíña, Paula Montejano y Samella Honorato animaron a la comunidad educativa a acudir a clase con falda como muestra de solidaridad con Mikel, el joven alumno vasco que sufrió acoso por llevar esta prenda, ni se imaginaban que iban a cerrar el curso conquistando la calle. Llenándola de lemas pintados con tiza a favor de la igualdad, con muchos compañeros vistiendo una falda y que entre los presentes iban a estar el propio alcalde y el concejal de Cultura, que para dar ejemplo también lucían esta prenda para la ocasión. Al final consiguieron su objetivo, que no es otro que demostrar que la ropa no es más que un trozo de tela y que no tiene género.
“Cuando empezamos era para hacerlo un día, pero luego nos preguntamos por qué no seguir y así fue creciendo”, explicaban ayer. Las cuatro son estudiantes de primero de Bachillerato en el IES Johan Carballeira y desde el primer momento tuvieron el apoyo firme y decidido de su profesor de Física y Química, Miguel Quiroga. Ayer los cinco fueron los encargados de leer un manifiesto para la comunidad educativa del Johan Carballeira, IES Illa de Ons y CEIP A Pedra, un texto en el que abogan por “no mirar hacia el pasado con amargura ni rencor. Ahora buscamos el futuro y en el futuro queremos ser libres, protagonistas de nuestras vidas”.
La iniciativa de acudir con falda y organizar actividades alrededor del respeto, igualdad, libertad y tolerancia se repitió el día 4 de cada mes y ayer, en la última convocatoria antes de cerrar el curso 2020/21, querían hacer algo especial. Por eso invitaron a los compañeros del Illa de Ons y A Pedra, que están al lado, para tomar la calle y hacer aún más visible su campaña “A roupa non ten xénero”, una forma de contribuir a romper los roles y estereotipos de género.
“Queremos llenar las calles de colores, que todas podamos usar el azul, verde, rosa, violeta... sin ser juzgadas; defender que ni por llevar el rosa se es menos hombre ni por llevar azul menos mujer”, reivindicaron a través del manifiesto. Esa declaración se complementó con el texto leído por Antía, otra joven alumna que haciendo un símil con los libros defendió que hay que “dejar de leer la historia por la portada y comencemos a leer las páginas donde se escribe la historia”. En otras palabras: no juzgar el libro por su portada ni a las personas por su vestimenta.
El entorno de los institutos y del pabellón deportivo de Bueu se convirtió así en una auténtica fiesta a favor de la tolerancia, una celebración a la que tampoco dudaron en sumarse otros vecinos del municipio vistiendo su falda... o incluso minifalda. Hasta el periodista que firma este reportaje aceptó gustoso la falda ofrecida por la directora del IES Johan Carballeira.
El asfalto se llenó de colores y frases como “Olvida as regras, se che gusta úsao. A roupa non ten xénero. É un pedazo de tela”; “Nada ten xénero, nada é home, nada é muller”; “O respecto non ten xénero” o “Son libre de poñerme o que quero”.
Iria, Lía, Paula y Samella recuerdan que cuando se lanzaron con esta iniciativa en noviembre causó sorpresa y cierto recelo. “Al principio se juzgaba y había personas a las que no les parecía bien. Pero luego se fueron uniendo y ahora se ve una evolución en el pensamiento”, contaban ayer. La participación creció mes a mes, incluso entre los chicos que al principio no veían muy claro eso de ponerse una falda. La iniciativa caló tanto que las jóvenes tienen claro que lo de ayer no es el punto final, sino simplemente un punto y seguido para retomar las acciones el próximo curso. “Queremos que se involucre más gente, que aporte más ideas”, señalan.
Para el cierre de ayer invitaron a los responsables municipales y acudieron las ediles de Igualdade, Ana Isabel Otero, y la de Promoción Económica, Silvia Carballo. Pero también Félix Juncal y Xosé Leal, cada uno de ellos con una falda larga y bien colorida. Al alcalde se la prestó su hija, al edil de Cultura su pareja y ambos las lucieron con orgullo. “Tenemos que agradecerle a este alumnado que nos permita ver que puede haber un mundo diferente, más justo e igualitario”, afirmaba el regidor. Por ello les animó a mantener ese rumbo, que “sigan así, transgresores e inconformistas”. Al final incluso se mostró dispuesto a acudir a algún pleno con falda o a convocar un acto institucional para animar a la corporación a lo mismo y sumarse a esta reivindicación.
Una reivindicación que no es más que defender la posibilidad “de ser como queramos, no dejemos que nadie nos limite nuestra manera de vivir; por una sociedad respetuosa y porque todas las personas puedan ser simplemente como son”.
Nada más. Nada menos.