Los piratas turcos berberiscos demostraron ayer no ser tan fieros como los pinta la historia. Al menos los que desembarcaron en Cangas para recrear la efeméride del 1617, tal vez porque en esta ocasión los esperaba una multitud más preparada para defender la villa y revivir una representación donde la toma del Casco Vello por los invasores fue cediendo protagonismo a la figura de María Soliño, uno de los dramas que dejó en herencia por obra y gracia de la "santa" Inquisición. La recreación de aquellos hechos sirvió para volver la vista atrás y, de paso, dar ambiente al centro urbano, animar las calles y dinamizar la hostelería, que se visibilizó en las terrazas llenas. "Pode haber unhas 3.000 persoas seguindo o espectáculo", calcula la organización, que fue aplaudida por su buen hacer excepto algún fallo puntual de sonido que prometen corregir en próximas ediciones. "Porque a resposta é multitudinaria e esta festa da Defensa da Vila ven para quedarse", repitió el alcalde, Xosé Manuel Pazos, al final de la representación en el Parque da Palma.

La recreación teatral del desembarco comenzó en torno a las seis de la tarde en la estación marítima, donde los ciudadanos disfrutaban de sus actividades cotidianas cuando avistaron la nave pirata que encabezaba la comitiva. Los piratas turcos berberiscos echaron pie a tierra y las modestas barricadas dispuestas por los cangueses y canguesas, dotados de aperos de labranza y de pesca como únicas armas, apenas resistieron unos minutos y no pudieron impedir las primeras bajas en la línea de defensa. Los invasores cruzaron la vía urbana -ayer cerrada puntualmente al tráfico por la Policía Local- y, seguidos de una multitud, entraron en las primeras casas para consumar el saqueo, matar o tomar prisioneros a hombres y violar a mujeres.

En Eirado do Costal se reprodujeron mientras el ciego relataba la historia de la batalla y de las figuras de María Soliño y Pedro Barba. Por calles del casco histórico, como Cervantes o Manuel Graña, el vecindario apostado en las puertas y ventanas de sus casas lanzaba acusaciones sobre María Soliño, que las sufría desde el carruaje que la transportaba con el plácet eclesiástico. "Pobre muller, o que tivo que sufrir...", lamentaba una señora que asistía a la representación y pedía a las figurantes que no fueran tan crueles como en el siglo XVII.

La complejidad del espectáculo y la diversidad de escenarios puso a prueba la logística, ya que hubo que trasladar algunos equipos de sonido por las angostas calles del núcleo histórico. La siguiente parada fue en la Praza da Constitución, donde se representó el juicio y tormento a María Soliño, que la literatura bautizó luego como Soliña como símbolo de su lucha solitaria contra la verdad establecida. Centenares de personas se agolparon para intentar coger perspectiva del espectáculo, pues no se instaló palco que lo facilitara, y algunos espectadores llegaron a izarse a las torres de iluminación y sonido con el consiguiente riesgo. Los organizadores reconocieron luego que la falta de escenario elevado que permita un mejor seguimiento del relato, es uno de los errores a corregir en próximas ediciones.

Tras escuchar la sentencia condenatoria de los inquisidores, la comitiva continuó el escarnio público por la Rúa Real, Benigno Soage y Sol hasta llegar al Eirado do Sinal, donde se representó el encuentro de María Soliño y Pedro Barba. Desde un balcón próximo, el esposo ausente se dejó ver pero no tanto oír, pues de nuevo se produjeron interferencias en los micrófonos inalámbricos, aunque no desvirtuaron el relato. Centenares de espectadores compartían espacio con los clientes de las terrazas de los locales próximos, mientras otros optaron por coger un buen sitio para ser testigos de la escena final en el Parque da Palma, a donde María Soliño y todo el séquito llegaron a través de la calle Méndez Núñez para cerrar la narración mientras sonaban las gaitas y tambores de Lembranzas da Ría como prólogo al aplauso del público.

Aunque entre los viandantes se escucharon algunas voces discrepantes con esta conmemoración - "no se debería de celebrar esa matanza" o "un gasto público que es más necesario en otra cosas", son algunas de las expresiones-, la mayoría de asistentes mostró su respaldo a la recreación de la "defensa da vila" por los cangueses y su apuesta por la continuidad con sucesivas ediciones. Desde Teatro de Ningures asumen el reto y expresan el agradecimiento a más de un centenar de figurantes que contribuyen al éxito de la iniciativa, así como a la Escola Municipal de Artes Escénicas ((Emaec) y colectivos como Peis d´hos, Adicam o Lembranzas da Ría entre otros. "O próximo ano, repetiremos e con máis medios", reitera el alcalde.