Embarazos no deseados, emigración, malos tratos o directamente el apocalipsis. La Sección Oficial del Festival Internacional de Curtametraxes de Bueu arrancó ofreciendo dramas de todo tipo a un público que llenó el auditorio del Centro Social do Mar en las dos sesiones y que únicamente tuvo un momento de respiro con el último corto del día. Disco Obu, una coproducción entre India, Singapur y Estados Unidos filmada por Anand Kishore, sirvió de relajante contrapunto a las tragedias anteriores para, aunque sin brillar en exceso en aspectos formales, presentar la propuesta más original de la jornada de ayer.

El reportaje a un actor de fama que 20 años después de su éxito subsiste como conductor de rickshaw fue el vehículo perfecto para desplegar una mordaz crítica al periodismo más sensacionalista. Kishore lo hace de forma casi casual, con la naturalidad en las respuestas de un protagonista que de no ser por sus facciones se confundiría con cualquier paisano de una aldea gallega echando mano de la retranca.

Pero para que llegasen las sonrisas antes fue el turno de las lágrimas, al menos cinematográficamente hablando. El inicio no pudo ser más poderoso, con la narración preapocalíptica de Ruah, del suizo Flurin Giger, una historia coral en la que diferentes personajes coinciden en una situación de no retorno. El montaje en base a primeros planos, el buen trabajo actoral y el acertado uso de las elipsis para esbozar una amenaza que nunca se manifiesta de forma directa en pantalla le confieren un empaque a esta obra que sin embargo queda un tanto diluida por un planteamiento ya visto en otras películas del género.

Ali Asgari, un habitual del FIC Bueu (presentó The Baby en 2014), ofreció su visión sobre la emigración forzosa y las barreras idiomáticas con Il silenzio, con un argumento en torno a dos refugiadas kurdas (madre e hija) en la que los roles se intercambian a causa de las dificultades lingüísticas de la madre. Y si esta coproducción franco-italiana apuntaba indirectamente a esa infancia castigada por las circunstancias, de forma más decidida lo haría con la adolescencia, Un grand silence, de Julie Gordain, quien se adentra en un capítulo poco conocido de la historia de Francia para su ópera prima. Las vicisitudes de varias jóvenes internadas en un centro para dar a luz tras embarazos no deseados en los años anteriores a la legalización del aborto en el país vecino (1975) pone el foco en las dudas, la vergüenza y el ocultamiento social. Una de sus actrices, Sonia Amori, estuvo presente en el Punto de Encuentro del certamen para comentar sus impresiones sobre el corto. A Amori la acompañó Vica Zagreba, directora de Pa Fuera, en la que una madre y sus tres hijas buscan la libertad de la que carecen desde que viven con Corto.

Si el arranque de la Sección Oficial fue más propicio a los lloros que a las risas, lo cierto es que quienes apuestan por la comedia como valor seguro tuvieron la oportunidad de disfrutar de una sección específica a las seis de la tarde. El horario no acompaña para ocupar todas las butacas, pero quienes acudieron a la cita no salieron decepcionados con 90 Grad Nord, The law of averages, La vie sauvage, Jimbo, Le plombier y Off.