Para evitar las pérdidas fortuitas y mejorar el rendimiento hidráulico de las infraestructuras de distribución de agua potable, las concesionarias han apostado por dividir sus inmensas redes en sectores para facilitar su gestión. En el caso de Vigo la ciudad se divide en 26: los dos primeros son Bembrive y Castrelos y los dos últimos Moledo y Castillo. El sistema consiste en la instalación de contadores intermedios a lo largo de toda la red partiendo de cada uno de los 21 depósitos de almacenamiento repartidos por la ciudad. El agua no circula entre los diferentes sectores. Hay válvulas de seguridad que solo se abren en caso de avería y de que una determinada zona necesitase en un momento puntual que le llegue el agua a través de otro sector mientras permanece cortada la red general de suministro.

El objetivo es reducir la pérdida de agua en caso de fugas y además permite una mayor precisión a la hora de tomar decisiones y monitorizar informáticamente la red y estudiar sus consumos para garantizar suficiente presión en cada momento. Por las noches se rebaja el caudal para evitar tensionar las tuberías sin necesidad y prevenir fisuras.

El tamaño de los sectores depende de criterios geográficos y de densidad de población. El de Castrelos, por ejemplo, lo cruzan por el subsuelo 20 kilómetros de canalizaciones, mientras que el de Alcabre se extiende a 60 y el de Teis, uno de los más amplios, supone 72 kilómetros.