Contra el alza de los carburantes, vehículos de inercia. Ése es el mensaje subliminal que se coló ayer en la celebración del sexto Descenso de Carrilanas de Bueu, que reunió a un total de 34 participantes en la que fue la edición con un carácter más autóctono. Y es que más de uno se sorprendió con la velocidad punta que alcanzaron algunos de los cacharros deslizados en caída libre desde las alturas del parque empresarial de A Portela. Los 76-77 kilómetros por hora que se registraron son bastante aliciente para evitar gasolineras y apostar por el Hazlo tú mismo.

Así se pudo ver hasta en tres ocasiones, que son las que la organización -que corrió a cargo del concello con la colaboración de la Asociación Galega de Carrilaneiros Reunidos- permitió bajar los artefactos que entraron en la exhibición. Todo ello con un riguroso ajuste de cronómetro, ya que la final de la Eurocopa entre España y Alemania era la espada de Damocles que pendía sobre los allí presentes para finalizar el evento a una hora prudencial.

La jornada, no obstante, había arrancado por la mañana, con las inscripciones en Banda do Río que fueron la perfecta excusa para participar en la comida que la asociación de vecinos Santa Ifigenia brindó a los "carrilaneiros" y a todos aquellos que quisieron adquirir a un precio asequible el bocadillo de jamón serrano con tomate y aceite a la brasa del que constaba el menú único. Tras tomar fuerzas, y bajo un sol de justicia, comenzó por la tarde la bajada. Todo con unas estrictas medidas de seguridad para evitar desagradables incidencias. Las carrilanas neumáticas se llevaron la palma en cuanto a número, pero tampoco faltaron las de madera, de rodamientos e incluso alguna gravity bike. Todo era bueno para cubrir los 2,5 kilómetros de distancia entre la salida y la meta. Al menos para los mayores, porque los más jóvenes tuvieron un minicircuito de 600 metros. Faltó quizá, eso sí, el público de otros años. Y es que el día invitaba a la playa.