Conflicto en el este de Europa

Una década de la revolución del Maidán en Ucrania, la protesta que derivó en guerra

El rechazo del gobierno ucraniano a una mayor integración en la UE fue la chispa que hizo saltar el equilibrio internacional en la región

Diez años del Maidán, la revolución inconclusa por la que se sigue vengando Rusia.

Diez años del Maidán, la revolución inconclusa por la que se sigue vengando Rusia. / EFE| YURI KOCHETKOV

Irene Savio

La paz saltó por los aires hace hoy 10 años en Ucrania. El 21 de noviembre de 2013, el entonces Gobierno ucraniano, liderado por el autoritario Viktor Yanukóvich, anunció su intención de reforzar la relación con Rusia y no firmar un acuerdo largamente negociado con la Unión Europea (UE) para una mayor integración del país eslavo en el club comunitario.

Esa fue la chispa que prendió la mecha del Euromaidán (ЄвроМайдан). Una protesta ciudadana que acabó tres meses después con decenas de muertos, la huida de Yanukóvich del país y el fin de los equilibrios internacionales existentes entre Occidente y Moscú desde el ocaso de la Guerra Fría. Lo que se rompió no volvió a componerse.

Varias crisis incubadas desde el desmembramiento de la URSS (de la que Ucrania había sido parte), y fallas geopolíticas de calado enorme, se sobrepusieron en ese entonces y contribuyeron al estallido de la revuelta.

Por un lado, el propio pulso con Moscú (firmemente opuesta a un alejamiento de su esfera de influencia del país vecino) y Occidente (favorable a una integración de Ucrania en sus organismos internacionales); por otro lado, la contraposición interna entre las dos Ucranias, una rusohablante (mayoritariamente en el sur e industrializado este) y más integrada económicamente en Rusia, y otra decidida a romper ese lazo; subyacente de todo, la irresuelta cuestión de la extendida corrupción e injusticia social que azota a este país de grandes recursos y enormes potencialidades.

El antecedente

Tanto es así que la protesta de Euromaidán nació de las cenizas de la llamada Revolución Naranja, alimentada en 2004 principalmente por partidos políticos opositores, pero que luego traicionó muchas promesas políticas, deseos legítimos de cambio y protestas de una población también harta de una verdadera plaga en el país eslavo: sus oligarcas. Millonarios que, en muchos casos, después de la independencia de Ucrania (1991) saquearon industrias estratégicas y ocuparon masivamente espacios del poder económico y político del nuevo Estado. 

Lo que alimentó la brecha entre los que más tienen y los que menos. "Ucrania es un país potencialmente rico convertido en pobre debido a una historia trágica. En los años posteriores a la independencia, Ucrania ha crecido junto con la región, pero pese a las muchas expectativas, ha sido una amarga decepción", se leía en un informe del Instituto Carniege de 2012.

En este incendiario clima, en noviembre de 2013, un puñado de jóvenes se instaló en la Maidán Nezalezhnosti (la plaza de la Independencia de Kiev), mientras que otras protestas similares empezaron a desarrollarse en distintas ciudades del país. Inicialmente con la consigna pública de librar una protesta apartidista, a favor de Europa y contra el Gobierno ucraniano, los manifestantes pronto acabaron compartiendo escenario con representantes de la oposición política contraria a Yanukóvich. Uno de ellos: el antiguo boxeador Vitaly Klitschko, entonces líder de la Alianza Democrática Ucraniana para la Reforma (UDAR) y hoy alcalde de Kiev.

Así, si Europa en un primer momento había sido la palabra mágica que había unido a los manifestantes, luego las varias crisis ucranianas se fundieron, transformándose en un cóctel explosivo.

Yanukóvich

La protesta fue caldeada también por el propio Yanukóvich, quien reaccionó con una rigidez al disenso. El primer momento crítico fue la carga policial contra los estudiantes ocurrida en la noche entre el 29 y 30 de noviembre. Después de eso, el uso de violencia contra los manifestantes desembocó en protestas masivas que el presidente y su entorno ya no pudieron controlar. 

Las movilizaciones pacíficas entonces se radicalizaron, también a causa de la aparición de grupos de jóvenes de extrema derecha, que pasaron a enfrentarse con mayor frecuencia con la policía ucraniana. En paralelo, la plaza empezó a pedir abiertamente la dimisión de Yanukóvich de su cargo. En respuesta, el Ejecutivo ucraniano promovió diversas leyes contra la libertad de concentración y expresión.

La diplomacia europea, que inicialmente de forma distraída había apoyado a los manifestantes, intentó entonces mediar. Pero no tuvo éxito. Ni tampoco lo tuvo uno de los pocos intentos de Yanukóvich de enfriar los ánimos: su decisión de promulgar el 1 de febrero una ley de amnistía para los detenidos durante las protestas. No surtió efecto alguno. Las manifestaciones continuaron y se plasmaron en enfrentamientos cada vez más violentos.

En esos días, un episodio oscuro fue la filtración de una conversación entre la embajadora para los Asuntos Europeos de EEUU, Victoria Nuland, y el embajador en Kiev, Geoffrey Pyatt. En un momento de la conversación en el que se sugiere que la UE está siendo demasiado tibia con Ucrania, Nuland dice: "Y ya sabes, que le den a la UE".

Días trágicos

Luego, entre el 18 y 20 de febrero, todo salió de control. Los manifestantes intentaron entrar en el Parlamento y atacaron varios edificios públicos, lo que desembocó en los episodios más cruentos de la protesta: más de 100 muertos en los choques entre los manifestantes y los antidisturbios (los odiados Berkut). "Esta pérdida absurda de vidas humanas es profundamente perturbadora", comentaba el 20 de febrero John Dalhuisen, director de la sección de Europa y Asia Central de Amnistía Internacional. 

En estas circunstancias, el 22 de febrero, el Parlamento ucraniano destituyó a Yanukóvich, quien huyó a Rusia denunciando lo que describió como un golpe de Estado. Ucrania entraba así en otras dos grandes crisis: la de Crimea primero, y la del este de Ucrania luego, alimentadas por las tensiones separatistas en esos territorios y apoyadas por Rusia. Germen del actual desorden mundial.

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