Las tropas del general Jalifa Hafter, brazo armado del Gobierno de Bengasi, relanzaron ayer su ofensiva sobre Trípoli, sede del otro Gobierno libio, el apoyado por la ONU.

Los intensos bombardeos obligaron a interrumpir el tráfico aéreo en la base militar de Maitiga, único aeropuerto activo en Trípoli.

Los vuelos fueron desviados al aeropuerto de la ciudad-estado de Misrata, situada a 200 kilómetros de distancia al este de Trípoli, que ha enviado milicias en auxilio del Gobierno respaldado por Naciones Unidas.

Apoyadas por aviones cedidos por Emiratos Árabes Unidos, las tropas de Hafter -también sostenidas por Egipto y Arabia Saudí- intensificaron igualmente sus ataques terrestres a barrios aledaños al aeródromo de Trípoli, fuera de servicio desde hace años pero esencial para la conquista de la ciudad.

Los combates han desencadenado un éxodo en Trípoli, abandonada por 2.200 personas en las últimas horas. Otras 1.300 corren peligro en dos centros de detención de migrantes afectados por los combates.

Vuelta a la negociación

La Unión Europea reclamó la vuelta de las dos facciones a la mesa de negociación e instó a respetar una tregua humanitaria para evacuar a los heridos y civiles.

La degradada situación está inclinando a la ONU a suspender la conferencia de reconciliación prevista para este fin de semana.