Tras lograr una tregua en los ataques contra su liderazgo, la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, inició ayer una campaña para tratar de ganar el apoyo de los británicos a su acuerdo del "Brexit". La mandataria británica subraya que el pacto permite restringir la llegada de inmigrantes europeos a su país.

May, que planea multiplicar sus apariciones en los medios en los próximos días, admite en una larga entrevista publicada por el tabloide "Daily Mail", uno de los diarios más leídos del país, que su pacto no es "ideal", pero da respuesta a las principales razones que llevaron al 51,9 por ciento de los votantes a apoyar el "Brexit" en 2016. "Como ministra de Interior, durante seis años hice todo lo que pude para reducir la inmigración, pero tenía una mano atada a la espalda porque no podía hacer nada sobre la gente que venía de la Unión Europea. Ahora podemos hacerlo. La libertad de movimiento se termina", dijo May. "No enviaremos más sumas enormes de dinero a la Unión Europea, acabaremos con la jurisdicción del Tribunal de Justicia Europeo, saldremos de la política agraria común y de la de pesca, de la unión aduanera y del mercado único", agrega la mandataria conservadora.

May tiene momentáneamente el respaldo de la facción más euroescéptica de su gabinete de Gobierno, que mantiene sin embargo la presión para que regrese a la mesa de negociaciones y pida nuevas concesiones a Bruselas. Encabezados por el ministro de Medio Ambiente, Michael Gove, uno de los impulsores de la campaña a favor el "Brexit" antes del referéndum de hace dos años, un grupo de ministros están especialmente descontentos con la cláusula acordada para asegurar que no se levanta una frontera entre la región británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, el aspecto más crítico y complejo de toda la negociación.

Los "tories" más euroescépticos quieren que Londres pueda retirarse de ese mecanismo de seguridad de forma unilateral si dos años después de su salida de la Unión Europea todavía no se alcanza un acuerdo de libre comercio entre ambos lados del canal de la Mancha, una opción que Bruselas viene descartando hasta ahora en las largas negociaciones mantenidas con los británicos en estos meses.