La crisis de refugiados ha sembrado la discordia entre Croacia y Serbia, dos países que no se han reconciliado del todo tras las guerras de la antigua Yugoslavia, hace dos décadas. La falta de una respuesta común de la UE a la crisis ha reabierto viejas heridas en los Balcanes, con un cruce diario de recriminaciones. Después de que Hungría sellase su frontera con Serbia, la riada de desplazados se ha dirigido a Croacia, que ha recibido a 35.000 personas en una semana. Croacia ha cerrado siete de sus ocho pasos fronterizos con Serbia y bloquea desde el domingo el paso de camiones desde el país vecino, una medida que Zagreb justificó ayer porque Belgrado les envía todos los refugiados que entran en ese país, afirmación que el Gobierno serbio desmintió. Después de que Serbia amenazara con tomar represalias, Croacia accedió a permitir el paso de transportes con mercancías perecederas. Pero Belgrado sigue viendo insuficiente esta medida de alivio y ha dado a su vecino un ultimátum que vence hoy. Croacia quiere que Serbia "disperse" el envío de refugiados y los dirija también a Hungría y Rumanía.