Sangría en la flota del bastión pesquero de la UE: Vigo pierde 65 barcos en dos décadas

El “Manolo del Terín” se suma a los barcos grandes y de mediano porte que dejan de operar en la ciudad

Falta de cuotas, de relevo y la restrictiva normativa, entre las razones

Barcos de pesca en Beiramar, Vigo

Barcos de pesca en Beiramar, Vigo / Ricardo Grobas

Cuando el casco del Manolo del Terín besó el agua de la ría de Vigo por primera vez se convirtió en una rara avis. Ya no solo por las formas de su casco, poco habituales para este tipo de embarcaciones, también porque se trataba de una nueva construcción para el histórico caladero de Gran Sol y que, además, ondearía el pabellón español. Aquel pincheiro de casi 30 metros de eslora se entregó en 2016. Y no estuvo solo, ya que solo dos años más tarde lo acompañó el Mercedes Emilia, otro palangrero de fondo prácticamente igual. Sin embargo, estos dos modernos buques, que acumulan entre ambos casi 600 GT (gross tonnage o arqueo bruto) de capacidad pesquera, dijeron adiós al puerto de Vigo para poner rumbo a Namibia. El último que lo hará es precisamente el Manolo del Terín, que se suma de esta forma a una larga lista de 65 embarcaciones grandes y de mediano porte que dejaron de operar en la ciudad olívica en las últimas dos décadas. Una sangría que responde a varias cuestiones, como es la escasez de cuotas, la falta de relevo generacional o la dificultad para operar con las cada vez más restrictivas normativas comunitarias.

Vigo es el bastión pesquero de la Unión Europea y uno de los principales enclaves para el sector en todo el mundo. Sin embargo, la ciudad sufre la paulatina reducción de flota que vive el conjunto de la industria en España y en el resto de Estados miembros. En el puerto olivico cada vez se ve con más frecuencia como algunos buques descargan por última vez, unidades antiguas o modernas, con armadores jóvenes (los menos) o con empresarios que llevan toda la vida en el sector y que o bien se han cansado de los palos en las ruedas o no han encontrado ese relevo.

Salidas

De acuerdo a los datos de la Comisión Europea, los barcos registrados en la ciudad disminuyeron desde 2003 en 64 unidades, registro al que se sumará ahora (todavía no es oficial) el Manolo del Terín. Son barcos de entre 16,5 metros de eslora, como el Día Uno, el primero que fue exportado en estas dos décadas, con rumbo a Marruecos, y hasta los 75 metros, como el Albacora Dieciséis, hoy con bandera de Ecuador.

Una lista que está también integrada por el palangrero Furabolos, construido por el desaparecido Astilleros Hijos de J. Barreras; el Adexe Primero, el único barco vigués que participó en la pesca de cangrejo real en aguas del Ártico y que ahora está en Camerún, o el Nuevo Barca, el de más capacidad que dejó la ciudad (2.165 GT), un arrastrero congelador que ahora tiene bandera lusa y que fue reemplazado por el mayor buque de toda la flota española en activo, el bacaladero Lodairo (4.290 GT).

Sin contar las embarcaciones más pequeñas o de artes menores, solo desde 2020 se fueron barcos como el Costa de Malpica, Portomayor, Río Mau, Mar Mares, Nuevo Laredo, Pescasa, Abrela y a los ya mencionados Adexe Primero y Mercedes Emilia.

La ciudad perdió más capacidad pesquera que la que queda ahora en Galicia

Así, en conjunto el puerto perdió 47.167,82 GT de capacidad pesquera, una abultada cantidad que, por ejemplo, es superior a la que hay registrada entre los 4.024 barcos de toda Galicia que trabajan en el caladero nacional (39.532) y representa más de un tercio del total de toda la comunidad (127.460 GT), que incluye los grandes arrastreros que faenan en aguas internacionales, a toda la flota de Gran Sol de bandera española y a los palangreros de superficie que recorren medio mundo.

Resisten

Otra forma de verlo está en los buques que resisten y que, a día de hoy, permanecen todavía con la matrícula de Vigo pintada en sus cascos y venden sus capturas principalmente aquí. De acuerdo a los datos de la Consellería do Mar (en la Plataforma Tecnolóxica da Pesca), quedan un total de 111 unidades de todo porte que suman 43.829 GT, un tonelaje inferior al perdido.

Los datos, a cierre del pasado año, recogen que la ciudad tuvo un balance de dos embarcaciones, una cierta “estabilidad” entre los barcos que se pierden y los que llegan que, sin embargo, queda en nada cuando se compara la capacidad pesquera. Entre 2022 y 2023 el puerto perdió 768 GT, lo que afecta a la cantidad de pescado que finalmente se comercializa en la lonja de aquí.

En una década, el balance deja 10.000 GT menos en el puerto olívico

Esta comparación, sin embargo, es peor con el paso de los años por el goteo continuo de barcos que se exportaron, se desguazaron o, tristemente, se hundieron. Respecto a hace una década, la ciudad perdió 25 embarcaciones de todas las esloras, lo que equivale a más de 10.000 toneladas de arqueo bruto menos. Una reducción del 19,3%, mientras que en el conjunto gallego la bajada fue porcentualmente inferior, del 18,6%.

En lo que respecta al conjunto de la comunidad, hay activos 4.195 barcos con una media de edad que asciende hasta los 38 años, uno más respecto al promedio que imperó en las dos últimas anualidades por la escasez de renovación de unidades.

En lo que respecta a un caladero de renombre para la región como es el de Gran Sol, de los 31 barcos que descargan en Vigo, solo 9 lo hacen con bandera española y con puerto base aquí en la ciudad. El resto están abanderados en otros países de la Unión Europea, una práctica habitual de los armadores que en su momento buscaron conseguir más cuotas para poder salir adelante.

Precisamente la escasez de cupos es uno de los motivos principales por los que se esté dando esta sangría de flota que se vive en la comunidad. Pero no es el único. Las regulaciones más estrictas destinadas a proteger la sostenibilidad de las pesquerías, como son las 87 vedas a la pesca de fondo impulsadas en octubre de 2022 por la Comisión Europea, hacen que muchos no vean futuro en el sector. Y lo mismo sucede con otros problemas como el incremento de los costes, en especial de los combustibles, o la escasez de profesionales, uno de los motivos que aluden con más asiduidad los propios armadores.

Desguaces

La pérdida de unidades pesqueras, sin embargo, podría ser incluso mayor en los próximos años. No son pocas las empresas que llevan meses reclamando un nuevo plan de ajuste para poder recibir subvenciones con la paralización definitiva de sus buques. Ayudas al desguace que el Gobierno español lleva también barruntando durante un largo período de tiempo, pero que no acaban de llegar.

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación informó en 2023 que estaba trabajando en un plan de acción para identificar aquellos segmentos de la flota pesquera que se encuentran “en desequilibrio” en función de indicadores biológicos y económicos, como avanzó este medio hace un año. La idea era confeccionar la estrategia a seguir a partir del pasado verano, en colaboración con el sector y las comunidades autónomas implicadas.

El departamento que dirige Luis Planas hablaba entonces de “implantar medidas de selectividad, establecer paradas temporales o poner en marcha un plan de desguaces” con ayudas a cargo del Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura (Fempa). Sin embargo, un año después la situación parece ser la misma. Al menos así lo refleja el propio Gobierno a una pregunta en el Senado.

El Gobierno extiende a este año el análisis para ver qué buques se podrían desguazar

En respuesta al senador Agustín Almodóbar Barceló (PP), el Ejecutivo señaló que este año “se volverá a efectuar una evaluación de la flota pesquera”, como se hizo en 2023, “para identificar aquellos segmentos que, debido a que no son rentables económicamente o que están explotando poblaciones cuyo estado biológico es deficiente, deben ser objeto de determinadas medidas de ajuste”. Entre esas acciones se encuentra la “eliminación de capacidad pesquera mediante la paralización definitiva de parte de los buques de este segmento”.

El informe, explica el Gobierno, desvelará el tipo de buques “que sería prioritario desguazar en función de su viabilidad económica o de sus posibilidades de seguir en la actividad”, aunque matiza que, en caso de que finalmente se ejecute, se remitiría al Reglamento 1380/2013, que recoge que el buque debe estar registrado como activo y haber trabajado al menos 90 días al año durante los dos últimos años anteriores a la fecha de presentación de la solicitud de ayuda.

Solo en el caso de los armadores de la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI), en 2021 necesitaban apoyos por valor de 30,5 millones para el desguace de un total de 22 buques. Desde entonces, el sector está todavía más contra las cuerdas por el alza de costes y los vetos a la pesca de fondo.

La clave estará en los baremos sobre los que se basarán, de darse, las futuras ayudas. El borrador preliminar que recibió el pasado verano el sector recogía cifras muy similares a las incluidos en el Real Decreto 1173/2015, con 1,15 millones de euros para un arrastrero promedio de Gran Sol, de 33 metros y en torno a 325 GT. Unos números que, según trasladaron entonces fuentes de la industria, serían inservibles para las armadoras.

Dos ejemplos en 20 años

Suscríbete para seguir leyendo