La pesca amortiza sus inversiones y procesa ya en Galicia un récord de 700.000 toneladas

Se consolida la estrategia de valorizar el producto en fábrica española, aunque con materia prima del exterior | Los incrementos de capacidad de Albo, Profand o Iberconsa, decisivos

Empleadas de la factoría de Profand en Vilagarcía, en la línea de elaborados de pulpo.

Empleadas de la factoría de Profand en Vilagarcía, en la línea de elaborados de pulpo. / IÑAKI ABELLA

Lara Graña

Lara Graña

La pesca extractiva a nivel global ronda los 90 millones de toneladas –declaradas– al año. Incluye la que se faena en zonas marinas y en tierra. De hecho, las capturas que se hacen en el mar (78,8 millones de toneladas) ya están por debajo de lo que se obtiene de la acuicultura (87,5 millones), como consta en los últimos registros –actualizados en marzo de 2023– de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Es previsible que países como Rusia aumenten sus toneladas de pesca salvaje gracias a la política del Kremlin, que gratifica con cuotas adicionales a quien construya barcos en su territorio y que aspira a mejorar su soberanía alimentaria. Pero, más allá de algunas excepciones de este tipo, los pescados de granja irán progresivamente ganando la partida. El recurso es finito, no hay más donde rascar. De modo que la única manera que tienen las grandes pesqueras para ganar volumen es medrando a costa de otras operadoras –comprando sus barcos, cuotas o toda la empresa– y abasteciéndose de productos de acuicultura. Que es exactamente lo que están haciendo las compañías elaboradoras gallegas, segundas de toda Europa en capacidad instalada. Acaban de batir su récord de toneladas procesadas dentro de Galicia, con cerca de 700.000 toneladas.

Los datos son de la FAO, difundidos esta primavera y que se corresponden con los ejercicios 2020 y 2021. En total, la cantidad de producto procesado en toda España alcanzó las 1,307 millones de toneladas, por encima ya de Corea del Sur. De esta cantidad, en torno al 53% equivale a producción neta de las empresas gallegas, como indican fuentes consultadas del sector. De ahí esas casi 700.000 toneladas, tras un incremento interanual de dos puntos porcentuales. Y son cifras que contrastan con las caídas registradas por colosos de la dimensión de la incontestable China, de Vietnam, Japón o Indonesia. La primera se mueve en volúmenes imposibles de soñar para cualquier otro país, o incluso para la unión de todas las industrias europeas. Notificó 16,85 millones de toneladas procesadas o elaboradas, frente a los más de 17 millones del ejercicio anterior. Lo más probable es que revierta este descenso, con la ayuda de políticas públicas del Gobierno de Xi Jingping. Pekín también trabaja para ofrecer producto de valor añadido, no solo commodity, y ha retraído sus exportaciones de pescado y derivados para atender a una creciente demanda nacional. En paralelo, continúa expandiéndose en distintos caladeros y todavía no ha puesto coto –está considerado país en desarrollo, así que el pacto de la OMC para eliminar subsidios no le tocaría hasta dentro de dos años– a su colosal flota de gran altura.

El sector elabora en suelo gallego más que países como Canadá o Argentina

En Galicia, este hito en volúmenes de producción obedece a la misma pauta general: dar valor añadido a los productos que se capturan o cultivan, determinante además para recuperar márgenes perdidos, en los últimos meses, como consecuencia de los efectos de la invasión de Ucrania y la escalada inflacionaria. Esas 700.000 toneladas procesadas, eso sí, no son las comercializadas, dado que hay mercancía que no se reelabora y hay operadoras (traders o incluso algunas grandes pesqueras) que no someten sus productos a procesos industriales, al menos en suelo gallego. La ampliación de la planta de rodaballo que tiene Stolt Sea Farm en Cervo, por ejemplo, no entraría en esta clasificación de producto procesado.

Esta misión para valorizar el producto es lo que llevó a Grupo Iberconsa a invertir unos 15 millones de euros en la antigua factoría de Freiremar en Bouzas (Vigo), con capacidad para 15.000 toneladas anuales para el procesado de merluza o langostino (gambón) argentino. Con la consiguiente creación de empleo, que en su caso asciende a unos 150 puestos. También la conservera Hijos de Carlos Albo, que enfila ya los 100 millones anuales de facturación tras el estreno de la macroplanta en la Plataforma Logística Industrial de Salvaterra - As Neves (Plisan). El objetivo pasa por alcanzar una producción anual de 100 millones de latas, inasumible para las antiguas instalaciones viguesas de Jacinto Benavente. Mismo proceder de Grupo Profand en su fábrica de Vilagarcía (ex Cefrico), con una inversión de 21 millones de euros para una reforma con la que ya dispone de equipamiento de última generación para la elaboración de producto con materias primas como pulpo, gambón o calamar. La recuperación de actividad en la antigua Thenaisie Provoté de O Grove, a cargo de la conservera Ignacio González Montes, o los planes de la propia Profand para incrementar producción en sus instalaciones de Cambre (para trucha) apuntalan este incremento de capacidad instalada en Galicia y, por consiguiente, de producción industrial y empleo.

Empleadas de la factoría de Profand en Vilagarcía

Empleadas de la factoría de Profand en Vilagarcía / IÑAKI ABELLA

Ahora bien, estas cifras no tienen en cuenta toda la actividad en elaborados que las pesqueras de capital gallego llevan a cabo fuera de Galicia. Es el caso de la filial de Profand Caladero, antes propiedad de Mercadona y con base en Zaragoza. Pero, sobre todo, todos los volúmenes que se procesan en otros países. De modo que esas 700.000 toneladas serían superadas ampliamente de contar con las mejoras en capacidad industrial en origen de Nueva Pescanova en Perú, Congelados Maravilla en Ghana, Wofco en Paraguay o la misma Iberconsa en Argentina o Namibia. En suelo europeo, con todo, a la industria española solo la supera Noruega. Si solo tenemos en cuenta la asentada en Galicia, supera holgadamente los volúmenes de Francia, Alemania, Portugal o Países Bajos. Procesa incluso más que la poderosa Argentina, y más que países como México, Brasil, Canadá, Namibia y Reino Unido.

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