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El reciclaje de redes de pesca para hacer tejidos necesita 5 años para ser rentable

La presentación de resultados de Oceanets en la Cooperativa de Armadores de Pesca de Vigo. Alba Villar

Tras dos años y medio de investigación, el proyecto de economía circular Onceanets concluye y presenta resultados. La iniciativa focalizada en la prevención recuperación, reutilización y reciclado de redes de pesca pretende obtener productos de valor añadido a partir de estos utensilios y trasladar sus aplicaciones a la industria textil. Se ha estudiado la viabilidad del modelo de negocio, sin incluir el coste de las redes, y el resultado es positivo: el reciclado y comercialización de las redes en textil es comercialmente viable. “Los costes de producción se mantienen por debajo del precio de venta por unidad”, explicó Sonia Albein, investigadora del Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas), durante la presentación de las conclusiones del proyecto la presentacion fue en la Cooperativa de Armadores de Pesca del Puerto de Vigo. El principal problema, en cualquier caso, radica en que “el precio de venta de las prendas estaría por encima del precio aceptado por el mercado y el volumen de redes disponibles es limitado”, detalló.

El negocio sería lucrativo en cinco años, el tiempo que tardaría en alcanzar el punto de break even, el umbral de rentabilidad, refirió la investigadora. Por ello, instó a “promover la colaboración con marcas de moda”. El proceso consta de dos partes, uno de reciclaje químico y otro de reciclaje mecánico, principalmente para obtener poliamida. Un proceso con el que se podría producir hasta cuatro tipos de tejidos de punto con aplicaciones de interés “entre las marcas deportivas y firmas de moda con colecciones de ocio”.

El proyecto tiene por finalidad visibilizar y valorizar los residuos marinos y lo hace a través de un proceso que integra el reciclaje de la poliamida en la cadena productiva textil. Oceanets se enmarca dentro del Green Deal planteado por la Unión Europea, una estrategia pretende reducir a cero las emisiones de CO2 del Viejo Continente para 2050, subrayó el asesor de proyecto de la Unión Europea, Vincenzo Gente: “Pronto veremos las telas procedentes del reciclaje de las redes de pesca en todas las tiendas de Europa”.

Una parte esencial del proyecto es la recuperación de los utensilios que utiliza el sector y se pierden en el mar. Así es que se ha creado un mapa interactivo en el que es posible localizar más de 500 puntos de acumulación de estos materiales en el Atlántico noroeste, en el noreste y en el Mediterráneo. “Son de distintos sectores, no sólo del pesquero”, reveló Albein. Los pescadores suelen tomar nota de los puntos peligrosos para las redes. “Se comparten de forma local, entre patrones o entre embarcaciones de la zona, pero no se comparten con los usuarios”, detalló Rubén Rodríguez, responsable de proyectos en Galicia de la Asociación Vertidos Cero. Esta información es un conocimiento particularmente valorado entre los patrones, que lo consideran parte de su saber profesional.

Esta información es codiciada para evitar enganches y roturas de las redes los caladeros. Por ello, como parte de la iniciativa Oceanets, ha visto la luz una aplicación que, por un lado, permite observar estos puntos conflictivos y, por otro, que las propias embarcaciones ayuden a completar esta información: sea por una piedra, por un contenedor, otras redes de pesca o incluso algún barco hundido. “Los arrastreros a veces se encuentran cosas en el fondo del mar que no saben qué son, apunta Rodríguez. “También puede ayudar a localizar aparatos de pesca para lograr el residuo cero en el entorno marítimo”.

El proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados que se someterá a debate la próxima semana en el Congreso, señaló Margarita Ruíz, subdirectora general de economía circular del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD), pone la responsabilidad en el productor. También afectará a los oficios del mar: “en el caso de los productos derivados de las artes de pesca, se establecería quien está obligado a inscribirse cómo productor, siguiendo el modelo que tenemos para las bolsas de plástico según el real decreto de 2018”.

Lo cierto es que la mayor parte de la basura proviene de las ciudades, es decir, del territorio continental y no del entorno marino. En un ejemplo de buenas prácticas, secretario adjunto de Kimo, Jan Joris, apuntó hacia Holanda. En el país una docena de puertos trabajan de forma conjunta para recuperar los aparajeros de pesca en el entorno marino. Posteriormente, se devuelven a un contenedor separado y, desde ahí, se trasladan a un punto de reciclaje de plástico y otros materiales que vuelven a poner estos materiales en el mercado. “El volumen es suficiente como para empezar a reciclar”, sentenció Joris.

El debate sobre la responsabilidad del plástico

Una de las cuestiones clave para este proyecto la obtención de estas redes de pesca. Es cierto que la pesca fantasma constituye un problema que atajar. “La forma de abordarlo es con legislación”, sostuvo Margarita Ruíz, subdirectora general de economía circular del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, MITERD. Puso como ejemplo la ley de plásticos de un solo uso, que los prohíbe a partir del presente ejercicio. “Esta legislación es la punta de lanza para abordar estos temas. Comienza a implantarse el principio de que quien contamina paga: responsabilizar al productor”.

Una idea que fue acogida con cierto recelo por parte de Iván López, director del Consejo Consultivo de la Flota de Larga Distancia, al considerar que responsabiliza a los pescadores de la contaminación de los océanos de forma injustificada. “La pérdida de redes y el abandono son cosas totalmente distintas. En Europa el abandono no es frecuente, la pérdida sí. Se cortan las redes por seguridad muchas veces”. En su opinión elaborar redes de pesca no es la actividad principal del pescador y no puede ser castigado por ser productor: “notamos que en la pesca el peso recae sobre quien usa el plástico, no sobre quien lo produce”. López fue crítico con Unión Europea al apuntar que en ocasiones legisla sin conocer el sector. Entre sus ejemplos figuró la propuesta de geolocalizar las redes de pesca, una idea que considera poco efectiva en la práctica porque la batería de estos dispositivos se agota y por los costes que acarrea para los pescadores. Avisar a los pescadores de los utensilios que se han perdido se plantea como una propuesta interesante a ojos del holandés Jan Joris , secretario adjunto de Kimo, una organización ambiental internacional, “en lugar de decir que son ellos los que contaminan, en 2011 impulsamos un sistema de voluntariado de pescadores para recuperar los aparatos en el mar. El siguiente reto sería trasladar esto a toda Europa”.

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