El espíritu de Miss Venezuela llegó a Vigo

Johannes Senior emigró a la ciudad olívica para emprender una nueva vida y abrirse paso en el mundo del prêt-à-porter. Consigo trae la experiencia de los concursos de belleza

Johannes Senior emigró a la ciudad olívica para abrirse paso en el mundo del "prêt-à-porter".

Alba Villar

Miss Venezuela es el concurso por excelencia del país que le da nombre. Aunque desde Occidente puede verse como una especie convención camp, es decir, algo serio que se materializa como frívolo, cuando llega el certamen la nación latinoamericana se paraliza.

Las aspirantes visten costosos, barrocos e incómodos vestidos, practican discursos y se entrenan durante todo el año con la esperanza de proclamarse reinas.

Johannes Senior es un solicitante de protección internacional emigrado en Vigo que hasta hace escasos meses dedicaba sus horas de trabajo a crear laboriosas piezas para las jóvenes que se presentaban al concurso. Su historia vital fue pedregosa, pero su objetivo de quedarse en Galicia y abrir un taller donde atender a novias e invitadas, le ilumina lo suficiente como para seguir adelante.

En 2016 Senior salió de Venezuela con su madre y su novio. Pusieron rumbo a Chile, donde pensaron que les esperaba un clima más amable y no la idiosincrasia de violencia política que respiraban en su país. Él y su familia son de Maracaibo, una ciudad donde no encontraban tantas oportunidades para prosperar.

“Me pasé mis últimos años como diseñador yendo constantemente a Caracas por los concursos de las misses, que es la única forma que tenemos allí de darnos a conocer. O me mudaba de una vez, o salía de Venezuela”, explica. “La realidad del país nos asfixiaba, por lo que finalmente decidimos irnos”.

Eligieron Chile porque conocían a gente pero, lo que se presentaba como una nueva y esperanzadora vida, no tardó en convertirse en un martirio.

Aunque allí pudo seguir en contacto con el mundo de la moda, ya que se encargó de abrir las primeras tiendas de Calzedonia en el país, y trabajó para la cosmética Lush, Johannes no encontraba su lugar.

“Pese a nuestras ilusiones, la realidad fue muy triste. Nunca pude estar tranquilo. Vivimos mucha xenofobia por ser venezolanos y homofobia por vivir nuestra homosexualidad abiertamente. No había ninguna ley que nos protegiese. Sentía miedo de salir a la calle”, recuerda.

Aguantaron hasta que su vida corrió peligro.

En 2023 la familia Senior metió todas sus cosas en cinco maletas y pusieron rumbo a España. De entre todas las ciudades del país, eligieron Vigo.

Que Johannes y los suyos apuntasen a la ciudad olívica en el mapa no fue una casualidad ni una historia de retornados. Lo hicieron porque Vigo es la única con un templo Tao, una religión que aglomera varias creencias espirituales, con ciertas similitudes con el budismo. “Fue la condición que me puso mi madre, que "allá a donde fuésemos hubiese un templo”, recuerda Johannes.

Vigo, EMAO. Johannes Senior, chico venezolano emigrado en Vigo y que quedó finalista en la mostra de encaixe de Camariñas

Johannes, junto a su colección "Cazamariposas". / Alba Villar

El centro de reunión de los seguidores de esta corriente espiritual no es una estructura piramidal como puede ser una iglesia o una sinagoga, sino que se trata de una casa familiar a la que una vez al año acude un maestro que “transmite el Tao”.

“Vinimos a ciegas por la religión y nos habían dicho que Vigo era un pueblo. Al entrar por Vialia nos dimos cuenta de que no tenía nada que ver con la idea preconcebida”, apunta el diseñador. “Estoy enamorado de Galicia, me quiero quedar aquí”, añade.

Empezar de cero

La familia Senior llegó a la ciudad con todos los ahorros que pudieron reunir tras vender su casa de Venezuela. Sin embargo, buena parte de la suma la perdieron en la incineración de un perro que emigró con ellos.

Aquí solicitaron la protección internacional y en agosto conseguirán un ansiado permiso de trabajo, con el que al fin podrán labrarse un camino.

Pese a que Johannes lleva años dedicándose a la moda y tiene control sobre los elementos de la confección, en España aprendió de cero -la forma de patronar y cortar es diferente-. Conoció a una profesora, Estefanía Carrera, que le apoyó para seguir adelante: “Me dijo que era bueno y eso me alentó. Me reencontré con las máquinas”.

Al poco tiempo se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios y en menos de tres meses creó una colección para la Mostra de Encaixe de Camariñas, en la que fue uno de los finalistas.

En sus cuatro propuestas hay mucho de las misses para las que solía diseñar. “En Venezuela no tenemos monarquía, pero tenemos a las misses”, indica. “Es un país en el que no hay dinero para nada, pero sí para estos concursos. Es un mundo bonito y cruel”, dice. El diseñador explica que en sus fiestas no es raro ver a mujeres con lentejuelas o brillantes y que el epítome de todo eso es Miss Venezuela.

“Yo comencé diseñando para las primeras categorías y poco a poco fui apuntando más alto. Llegué a convertirme en un amuleto para las chicas”, recuerda.

Al llegar aquí asimiló que es muy diferente crear vestidos para las misses y ser diseñador de moda. Sin embargo, su objetivo vital es crear un taller en el que asistir a novias o sus invitadas, ideando o arreglando trajes de gala, además de crear una línea prêt-à-porter para señoras. Es una forma de estar cerca de la alta costura.

Además, Johannes es consecuente con su pasado y presente: en su imagen mental de taller, sus compañeras han de ser mujeres migrantes. “Mi tía fue la primera mujer que vio que yo tenía inclinaciones diferentes, mi abuela me dio mi primera máquina de coser y yo siempre trabajé con mujeres. Quiero seguir haciéndolo”, reflexiona. “Cuando salí de Chile entendí lo importante que es dar oportunidades a mujeres mayores, que en la emigración son las que lo tienen más difícil. Me encantaría trabajar con ellas en mis talleres”.

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