“Las hostias son mi best seller, un vicio”

Solo quedan dos cererías en la ciudad, Abadía de Campos y la papelería Rafael Rodríguez

Los jóvenes son compradores de productos religiosos: montan altares caseros

Reyes Fernández, dependienta de la cerería de la calle Carral.

Reyes Fernández, dependienta de la cerería de la calle Carral. / Alba Villar

La Semana Santa se acerca y las iglesias ya se están preparando para celebrar esta fecha señalada en la comunidad católica. Las cererías, los negocios que las suministran, también ponen especial atención a los pedidos que les llegan desde las parroquias. Desde velas, a vestimentas religiosas, imágenes o incluso un pan y un vino diferentes.

En Vigo solo quedan dos establecimientos de este tipo, preparados para proporcionar material eclesiástico. Son Abadía de Campos, en la calle Carral, y la papelería Rafael Rodríguez, en Torrecedeira. Antes, coexistían con la conocida cerería San José, en la plaza de la Constitución, pero echó el cierre tiempo ha.

La iconografía religiosa lleva años capitalizada. Abadía de Campos abrió hace 30 años y la papelería Rafael Rodríguez ya suma ocho décadas de historia. Primero dio servicio desde la plaza de la Colegiata y ahora en Torrecedeira.

Tiene algunas particularidades que difícilmente se pueden encontrar en cualquier otro negocio de España. Además de cerería, es papelería y una tienda especializada en figuras de Tintín.

Esta variedad se explica por su matiz familiar. Lo fundó su padre, quién quiso poner una papelería, pero también participó su madre, que añadió la venta religiosa y lo continuó Rafael, que aprovechó para introducir el mundo del personaje animado belga. Además, durante sus años en la Colegiata, vendían souvenirs. “Fuimos los primeros en tener brujas y gnomos”, indica el propietario. Así, en el interior de aquella suerte de ultramarinos religioso convivían vírgenes, santos…y brujas.

Por otra parte, Rafael recuerda vender trajes a los curas que venían en transatlántico -por si tenían que dar la extrema unción a algún tripulante-.

La otra cerería, Abadía de Campos, también evolucionó. Comenzó como una tienda de productos monásticos -solo ofrecían alimentos u objetos elaborados en monasterios- y, con el tiempo, se convirtió en lo que es hoy, un negocio donde es posible encontrar cualquier artículo católico.

Algunas de las figuras que se pueden encontrar en la cerería de la calle Carral.

Algunas de las figuras que se pueden encontrar en la cerería de la calle Carral. / Alba Villar

Su propietario, Jesús Campos, afirma que su best seller es el pan, las hostias sagradas. Además de suplir a la mayoría de las iglesias de la Diócesis, tiene mucho tirón entre los particulares. “Vendo cerca de 500 paquetes al mes, son un vicio peor que las pipas”, afirma. A su negocio acude todo tipo de clientela en busca del cuerpo de Cristo. “Está muy bien, te sacia pero no te llena y es sano”, asegura Campos.

Lo mismo ocurre con el vino. Lo tienen embotellado para la venta al público o en grandes cantidades para las iglesias. Es un producto especial: además de saber más dulce no puede contener ningún producto ajeno a la uva.

Siempre a la moda

Campos explica que los utensilios religiosos también siguen modas. De hecho, cada año viajan a Italia para conocer las nuevas tendencias en rosarios, cirios y otra mercancía. “Vemos las últimas novedades y conocemos proveedores nuevos. Hay que tener un campo amplio de visión para traer el mejor producto. No creo que haya nadie que tenga más rosarios que nosotros”, indica.

Uno de los productos estrella que trajeron este año son las velas de miel: “No de parafina con olor de miel, sino que están hechas con los paneles. Tienen muy buenas energías y las estamos vendiendo a montones”, afirma el propietario de la Cerería.

Las parroquias de la Diócesis contactan con ellos para pedirles todo tipo de artículos. Trajes, paños, cálices…, pero además disfrutan de una nutrida clientela particular, “de todo tipo”. Desde jóvenes a mayores, por motivos religiosos o meramente decorativos. Campos indica que, además, desde que se hacen los encendidos de luces multitudinarios en Vigo, “la clientela portuguesa es más asidua que nunca”. Su negocio se convierte en un trajín de gente.

En la papelería Rafael Rodríguez también señalan que ven entrar a todo tipo de personas. “Los jóvenes vienen mucho, compran material para hacer en sus casas pequeños altares”, indica el propietario. Sin embargo, lamenta que cada vez es más complejo vender artículos religiosos porque “los curas se compran entre ellos o a las monjas y los particulares valoran menos la calidad de, por ejemplo, las velas”, afirma.