El crimen machista de Gondomar llega al Supremo para luchar por el ensañamiento

“Mi madre tenía 21 puñaladas y quiero que se haga justicia; él es mi padre, pero lo que hizo no tiene perdón de Dios”, afirma el hijo mayor, cuya abogada ya anunció el recurso de casación

Valentín Alonso Rey, hijo mayor de la víctima y el agresor del crimen machista de Gondomar.

Valentín Alonso Rey, hijo mayor de la víctima y el agresor del crimen machista de Gondomar. / Javier Teniente

Marta Fontán

Marta Fontán

El juicio más reciente de un crimen machista celebrado en Vigo fue el que derivó en la condena a 21 años de prisión a Valentín Alonso Becerra, el sexagenario que en 2020 asesinó a cuchilladas a su esposa Soledad Rey Valverde en Gondomar. “No se limitó a matar”, llegó a exponer la Fiscalía en su alegato final en la vista oral, concretando que el agresor lo hizo además “de forma desaforada” y causando “todo un lujo de males innecesarios”, evidenciados en las 21 heridas de arma blanca que tenía la víctima. Varias de ellas fueron puñaladas de enorme violencia: una, la mortal de necesidad, penetró en el corazón y le causó un sangrado masivo, otra le perforó el pulmón, dos más afectaron al hígado y una al peritoneo. El jurado popular apreció alevosía, pero no ensañamiento. Recientemente el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ratificó la sentencia de la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, rechazando apreciar dicha circunstancia agravante. Pero la acusación particular agotará la vía judicial en su lucha para que se reconozca el ensañamiento y ya realizó el trámite para anunciar que presentará recurso de casación ante el Tribunal Supremo.

“Ante los violentos hechos me esperaba una condena mayor. Lo que me mueve es que se haga justicia. Él [el condenado] sigue siendo mi padre, pero lo que le hizo a mi madre no tiene perdón de Dios. Y ni siquiera he visto arrepentimiento, ni siquiera reconoció los hechos...”, afirma Valentín Alonso Rey, de 44 años, hijo mayor de víctima y agresor. Él es ahora el tutor/curador de su hermano pequeño, de 21 años, aquejado de una grave discapacidad y totalmente dependiente, por lo que está ingresado en un centro especializado. “Los fines de semana y las vacaciones está conmigo y con mi pareja”, relata este hombre. Hasta el crimen, este chico vivía con su madre y su padre, acudiendo de lunes a viernes a un centro de día. Soledad se encargaba del cuidado del joven, que, a raíz del asesinato, se vio privado de la presencia y protección de su madre.

Una circunstancia agravante "de libro"

La abogada de la acusación particular es Paula Diéguez, que considera que la agravante de ensañamiento “es de libro”. “El que un ataque sea rápido, de 15, 20 o 30 segundos, no excluye dicha agravante”, afirma. “Duda” de que las 21 puñaladas se asestasen en tan corto espacio de tiempo, pero en todo caso considera que el condenado sí aumentó de forma “inhumana” el dolor a la víctima –el jurado estimó que el agresor actuó con animo de matar y no de provocar mayor sufrimiento– a la vista del testimonio de los forenses que expusieron que la obesidad mórbida de la mujer, dado que el exceso de grasa corporal tapona las heridas más tiempo, pudo provocar que “tardase más en morir” que una persona con menos peso. Ante el Supremo también peleará por una mayor indemnización para los hijos, también denegada por el TSXG pese a que a esta solicitud se adhirió la Fiscalía. “En lo tocante a la responsabilidad civil la sentencia se queda coja en relación con otros casos similares; ambos hijos han quedado huérfanos de padre y madre, y uno de ellos al cargo del otro, por lo que la valoración del daño moral debe ser más alta”, argumenta la letrada.

Cuatro décadas de matrimonio

Soledad tenía 59 años cuando fue asesinada tras cuatro décadas de matrimonio. Las faltas de respeto e insultos por parte de su marido y las actitudes violentas eran una constante. Valentín hijo contó en el juicio, recoge la sentencia, que con solo tres años de edad vio a su padre empujar a su madre, golpeándose ella con un calentador. “Me crié en ese ambiente”, reconoce. Dejó el domicilio familiar al independizarse en 2017. “Llamaba a diario a mi madre, la llevaba al súper...; siempre le decía que si pasaba algo que me llamase o llamase a la Policía; pero no me esperaba que ocurriese lo que ocurrió”, afirma, indicando sobre la investigación que hubo cosas que “no se hicieron bien”. El matrimonio llegó a iniciar los trámites de divorcio, pero la separación no se produjo. Su padre le envió a Valentín una carta desde prisión: “Pero desde el crimen no hablé con él ni lo haré. Los privilegios que tiene él no los tiene por desgracia mi madre”.

El caso

  • Una condena de 21 años de prisión

    Valentín Alonso Becerra fue condenado a 21 años de prisión por asesinar a su esposa Soledad Rey Valverde en 2020 en Gondomar.

  • Más de 20 heridas de arma blanca

    Fueron 21 heridas de arma blanca. El jurado no vio el ensañamiento al entender que hubo ánimo de matar y no de causar más dolor.

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