Un historiador de la UVigo cifra en 2.000 las víctimas de violencia de género desde 1975 hasta 2003

“Hablar de violencia intrafamiliar no tiene sentido, es volver a argumentos que se daban por superados. Hay un problema social real", defiende Pablo García Varela.

El investigador de la UVigo Pablo García Varela.

El investigador de la UVigo Pablo García Varela. / s. penelas

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Desde los asesinatos mal calificados en los medios de la Transición como crímenes pasionales hasta la aprobación de la primera ley durante el gobierno Zapatero, casi dos mil mujeres fueron víctimas de la violencia de género en España. El historiador Pablo García Varela, investigador María Zambrano en la Universidad de Vigo, cifra los casos registrados desde 1975 hasta 2003 como parte de una investigación que quiere aportar una visión global de cómo ha evolucionado este problema en nuestro país y la propia percepción de la sociedad, así como poner sobre la mesa cuestiones enquistadas y ayudar a la toma de decisiones.

“Los listados oficiales de víctimas empiezan en 2003 y había un vacío sobre lo que ocurrió antes. Estudiar el pasado te permite comparar y comprobar qué fallaba entonces y qué está fallando ahora para mejorarlo. Ver qué elementos hay que corregir y desmitificar algunos prejuicios. Hay problemas que venimos arrastrando desde hace tiempo y los historiadores aportamos datos para que quien tiene la responsabilidad, los políticos, pongan medidas que reduzcan el número de víctimas y de mujeres que sufren malos tratos”, defiende García Varela, cuya agenda para los próximos meses incluye un congreso en Logroño donde abordará los primeros estudios sobre violencia de género realizados en España, publicar un capítulo dentro de un volumen sobre la visión de este fenómeno durante la Transición e iniciar el borrador de su propio libro por el que ya se ha interesado alguna editorial.

“Tendrá un carácter divulgativo y estará muy apoyado en las fuentes periodísticas y judiciales para conocer cómo fue la evolución de la mentalidad de la sociedad y de los medios, que empezaron hablando de crímenes de pasión, después de malos tratos y, ya en los años 2000, de violencia de género. Hay hitos clave como el crimen de las niñas de Alcasser (1992) que cambian esa percepción y, a medida que avanzan los noventa, ya se empieza a entender que existe una problemática como tal y a tomar decisiones nivel político”, apunta.

El autor del estudio, Pablo García Varela.

El autor del estudio, Pablo García Varela. / Cedida

Su lista incluye alrededor de 1.200 víctimas de la violencia de género en su tipología de mujer asesinada por su pareja, expareja o marido y otros 800 casos, entre otros supuestos, en los que no estaba clara la relación con el agresor o eran prostitutas que fueron asesinadas. “También son violencia de género pero tienen otra clasificación”, añade.

“La investigación demuestra que la puesta en marcha de la ley de 2004 y las sucesivas redujeron el número de víctimas, pero también que hay problemáticas un poco enquistadas sobre todo en determinados sectores sociales vinculados a la marginación, la pobreza y la inmigración. Hay tipologías que se repiten, como la del marido de 65-70 años que mata a su mujer en un arrebato. Y un fenómeno que está creciendo y llama la atención es la violencia de género entre los jóvenes. Es preocupante y demuestra que queda mucho por hacer en el ámbito educativo. Hay que darle una mayor importancia tanto a la educación emocional como a la sexual en Secundaria”, aboga.

Los datos, subraya, demuestran que existe un problema “concreto y específico” que echa por tierra los argumentos de la ultraderecha: “Hablar de violencia intrafamiliar no tiene sentido, es volver a argumentos que se daban por superados. Cuando comparas las mujeres que asesinaron a sus maridos en este periodo las cifras son muy dispares, en una proporción de uno a veinte o treinta. La incidencia de mujeres asesinadas es mayor y, por tanto, el problema es real y hay que abordarlo a nivel político ”.

“Los historiadores, sobre todo, los contemporáneos, a veces nos movemos en ámbitos en los que la ideología tiene un peso significativo, pero intentamos reconstruir el pasado de la manera más fidedigna y que nuestra opinión no determine el rumbo de la investigación. Decir que la violencia de género existe no es un posicionamiento político, sino describir la realidad. Y entiendo que la política está para hacer frente a los problemas de la sociedad. En su momento, el PP fue el primero en tomar algunas medidas, como los primeros recuentos cuando Aznar estaba en el poder. Cuando surgen cuestiones tan evidentes, cualquier partido, da igual su ideología, tiene que reaccionar y trabajar”, reflexiona.

Experto en la banda terrorista ETA: “Decir que existe es un insulto a las víctimas y al pasado reciente de España”

García Varela (Oviedo, 1992), graduado en Historia por la universidad ovetense y con un máster en Hª Contemporánea por la UNED, comenzó a investigar sobre ETA durante su doctorado en la Universidad del País Vasco. En 2020 publicó “ETA y la conspiración de la heroína” (Catarata), un resumen de su tesis en la que desmontó la cruzada de la banda terrorista en los 80 acusando al Estado de introducir heroína para desmovilizar a la juventud vasca.

Desde su llegada a la UVigo, el investigador también ha empezado a estudiar la campaña similar emprendida por el Exército Gherrillheiro do Povo Galego Ceive, sobre el que no descarta desarrollar su historia completa en el futuro. “Todos los grupos etnonacionalistas que tenían un planteamiento similar a ETA, como el Exército Gherrillheiro o Tera Lliure en Cataluña, copiaban sus argumentos y los trasladaban a sus regiones. La campaña en Galicia contra el mundo de la droga tuvo muy poco recorrido y finalizó con el atentado de la discoteca Clangor de Santiago en 1990 en el que murieron los dos terroristas y una estudiante. Querían conseguir el apoyo social que tenían las Madres contra la droga en el contexto de la Operación Nécora pero fue un absoluto fracaso. Y al año siguiente quedó prácticamente desmantelado”, resume.

Como experto en ETA califica de “insulsos y vacíos de contenido” los debates políticos actuales sobre la banda. “Decir que existe es un insulto a las víctimas y al pasado reciente de España. El discurso demagógico está muy instalado y este posicionamiento les renta votos. Solo hay que ver los recientes resultados electorales de algunos partidos. También fueron espectaculares para Bildu porque son discursos que alimentan los otros extremos y que tendrán consecuencias a largo plazo pues pueden eliminar el centro”, advierte.

Qué pasó con los exiliados españoles tras su paso por campos de concentración

La Facultad de Historia de Ourense fue el destino elegido por García Varela hace más de un año para trasladarse desde el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda del País Vasco al que estaba asociado. Y sus planes futuros pasan por solicitar un contrato postdoctoral de la Xunta, cuando acabe el María Zambrano en 2024, para seguir desarrollando su trayectoria investigadora en Galicia.

Desarrolla una intensa actividad en varias líneas relacionadas con el terrorismo, la violencia de género o las drogas. Ha publicado artículos sobre menores y mujeres víctimas de ETA y tiene pendientes varios sobre mujeres víctimas de grupos terroristas de la ultraderecha y el yihadismo en España.

A finales de este año también verá la luz otro estudio sobre los exiliados españoles en Francia que sobrevivieron a los campos de concentración para el que ya ha buceado en varios archivos departamentales, además de consultar bibliografía y contactar con asociaciones como Amical Mauthausen. “No se ha estudiado mucho qué problemas encontraron al volver y cómo fue su vida y es un fenómeno muy interesante. Los mas enfermos recibieron una pensión del Estado francés, que fue el que se encargó de gestionar a este colectivo por el que España no se interesó”, avanza.

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