El ADN y posición del móvil apuntan como autor del crimen de Chapela “solo” al acusado

“No encontramos nada que nos haga pensar que puedan estar implicadas dos personas”, narra el jefe de Homicidios | Testigos afirman que la víctima no quería relacionarse con él

La segunda jornada del juicio concitó una gran expectación

La segunda jornada del juicio concitó una gran expectación / E. V.

Las huellas halladas en la cinta que rodeaba las manos de la víctima, el ADN extraído del escenario del crimen y el posicionamiento de los teléfonos móviles confirma indubitadamente la presencia del acusado Manuel Matanzas en la vivienda del fallecido, Roberto C. la noche del 27 de enero de 2021. Nada que, hasta el momento, no haya reconocido el propio procesado. Éste afirmó en su declaración ante la magistrada y el jurado popular que agredió, maniató y robo a la víctima en su vivienda de la calle San Telmo de Chapela, pero no que lo mató. “Lo dejé con vida. [...] Yo no me entregué porque sabía que alguien más lo había matado, sabía que después de mí entró alguien”, admitía Manuel en su interrogatorio. 

Sin embargo, la investigación policial realizada por el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Vigo descartó la posible participación de un tercero en el crimen. “No encontramos nada que nos haga pensar que puedan estar implicadas dos personas; no hay datos objetivos que apunten a un tercero”, testificó el jefe de esta unidad en la sesión vespertina de esta segunda jornada del juicio, que se está celebrando en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo. 

El trabajo policial, si bien se inició con múltiples hipótesis se fue cerrando en torno a Manuel Matanzas debido a las innumerables pruebas que los agentes tanto de Homicidios como de la Policía Científica recabaron del lugar de los hechos y posteriormente analizaron. Todo el proceso partió, según explicó el jefe del grupo del tráfico telefónico. “Revisamos las llamadas del teléfono de la víctima y descubrimos que todas se desplazaban a una misma antena, situada cerca de la casa del fallecido, menos una, que no había aparecido anteriormente, y que situaba el tráfico de datos en una antena de Avenida de Vigo, próximo al domicilio de Manuel”, relataba el agente. Analizando los datos, el único teléfono que coincidía en ese punto era el de Manuel, por lo que se pidió una orden judicial para su pinchazo telefónico pasando a convertirse éste en principal sospechoso.

Coincidente también eran las huellas halladas en un trozo de guante del escenario del crimen con las del acusado y las de la propia víctima, que llegaba incluso a mezclar “ambos perfiles biológicos”. En cuanto a la cinta de embalar usada para maniatar a Roberto C., los agentes hallaron un rollo idéntico en la vivienda de Manuel Matanzas tras el registro domiciliario. “Nos dijo ‘ha sido una imprudencia’”, narró el jefe de Homicidios que les declaró de manera “espontánea” Manuel tras este hallazgo.

Para el agente, resulta poco creíble que se tratase de un robo y mantiene el convencimiento de que cuando éste abandonó la vivienda, Roberto C. estaba muerto. “Creemos que estaba muerto cuando lo maniató, la cinta conservaba su ancho y lo normal es que intentes forzarla”, razonó el jefe de Homicidios.

Contradicciones de los clientes sobre el escenario

En la jornada matinal, tuvieron lugar las declaraciones de clientes, amigos y familiares de la víctima que además de configurar el modo en el que Roberto C. atendía a los compradores, vinieron a corroborar que solo los hermanos de la víctima tenían llaves de la vivienda –la puerta de la casa de Chapela se encontraba cerrada con llave– así como su incomodidad con la presencia de Manuel Matanzas entre sus compradores. “Un día vi a Manuel en casa de Roberto y le pregunté que qué hacía ahí, me dijo ‘es lo que hay’. No me dijo que tuviera problemas con nadie, pero no era de fiar”, apuntó.

Un segundo testigo también declaró en este sentido. “No recuerdo mucho pero creo que había tenido un encontronazo con él. Creo que no le quería vender, que no era trigo limpio”, aseveró.

Pese a eso, sí se produjeron algunas contradicciones entre los testigos. Y es que un cliente que acudió justo antes de Manuel Matanzas, en torno a las 20.00 horas, aseguró que “estaba en bata de casa medio listo para cenar”, cuando el cadáver no portaba esta vestimenta, mientras que el anterior que lo vio con vida, a las 21.30 horas dijo que “no tenía nada en la mesa”, cuando en el escenario del crimen sí había un plato con comida.

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