El Palacio de La Oliva abre mañana al público tras seis años de reforma

Presume de restaurante, coctelería y “lounge bar” con el sello del Michelin Pepe Solla | Acogerá eventos, conciertos y exposiciones

Llegó el día. El Palacio de La Oliva, en pleno Casco Vello, abre sus puertas a toda la ciudadanía mañana a las 21.30 horas, momentos después del acto institucional. Significará la recuperación de un inmueble histórico que presume de unos 4.700 metros cuadrados construidos, cinco plantas, parquin privado y capacidad para 980 personas. En sus primeros pasos, dispondrá de medio centenar de trabajadores, cifra que se irá a más de 200 en picos de actividad. El ambicioso objetivo que tienen entre ceja y ceja los padres de esta iniciativa, el reconocido estrella Michelin Pepe Solla y Luis Cabaleiro, CEO del grupo pesquero vigués Interatlantic, es lograr que la gente de la urbe olívica se sienta “orgullosa” de la propuesta, que alberga restauración y diversas salas para la organización de eventos. Además, dará cobijo a obras de teatro, exposiciones, monólogos o conciertos: habrá programación.

El proyecto nace con la intención de acelerar el pulso de la zona antigua de la ciudad y ofrecer a sus ciudadanos y turistas una propuesta innovadora con la gastronomía en su eje central. El Palacio de La Oliva, arropado por las calles A Laxe, Xuanelo, Baixada á Fonte y Oliva, cuenta con tres espacios permanentes. La gran apuesta es el restaurante El Olivo, de unas 50 plazas y 125 metros cuadrados, en el que los comensales podrán disfrutar de piezas enteras de carne o pescado cocinadas a la brasa. Abre de martes a sábado.

“El producto será el protagonista. Me apetecía hacer una oferta distinta a la de Casa Solla”, destaca el chef que da alma al proyecto. Los precios serán más bajos que en el local de Poio: desde 50 euros. “No es ni masivo ni exclusivista. Tampoco es casa Solla, no es una réplica. Tiene una oferta mucho más abierta a toda la ciudadanía”, resume antes de destacar que, para él, es “muy emocionante” cocinar piezas enteras: “Nunca antes lo había hecho. Me apetece”. El Olivo ofrece cocina abierta: frente a ella, hay una mesa para un mínimo de 6 personas y un máximo de 12 con un menú de, al menos, 75 euros por comensal. Solla estará “a caballo” entre este local de Vigo y el de Poio, que son “complementarios”, como apostilla Cabaleiro: “Cada uno tiene su alma”.

El restaurante El Olivo incorpora el concepto de cocina abierta.

El restaurante El Olivo incorpora el concepto de cocina abierta. / Marta G. Brea

La segunda parte del ADN gastronómico del Palacio de La Oliva es el Templario Lounge Bar, una propuesta de carácter más informal y desenfadado que abre de martes a domingo. En sus 530 metros cuadrados, da cabida a una pantalla gigante, una terraza y una barra circular en su punto central, sobre el que pivotan mesas altas, bajas y sillones. Su capacidad puede llegar a 500 personas teniendo en cuenta a la gente que está de pie y la terraza. Este espacio ofrecerá una carta de siete tapas de entre 4 y 12 euros, que cambiarán con el paso del tiempo, pero “manteniendo los precios”, deja claro Solla. “Es un lugar único. Podrás tomarte una cerveza, una copa, champán o un cóctel, por ejemplo, y acompañar esto con comida en un espacio tranquilo e íntimo con música. El coctelero que tenemos es maravilloso, su concepto es moderno”, añade.

A unos pasos de esta zona, se ubica la coctelería, bautizada como Monkey Bar –hace referencia a monos que trepan el olivo–, de 250 metros cuadrados. Abre de martes a domingo. “Propone un ambiente exquisito, con una carta y cócteles exclusivos”, indican desde la propiedad. A la parrilla gastronómica, se suma un sushiman en la barra de la coctelería con “cocina fresca y ligera”, destaca Solla, así como un día dedicado a la familia: el domingo, en el que habrá hamburguesas con carnes certificadas de Galicia y pan de la panadería Pan da Moa.

Vestíbulo de uno de los accesos del Palacio por la calle Oliva.

Vestíbulo de uno de los accesos del Palacio por la calle Oliva. / Marta G. Brea

Otro de los puntos fuertes del Palacio de La Oliva será su faceta de sede de eventos: bodas, fiestas privadas, congresos, convenciones, presentaciones de producto, jornadas, ruedas de prensa etc. En las últimas semanas, sin haberse abierto al público, ya ha acogido más de una decena de eventos de empresa, lo que hace presagiar su éxito en esta rama. Su “versatilidad” y “carácter innovador y creativo”, en palabras de la propiedad, permite al complejo servir de escenario de este tipo de encuentros. “Nuestras cinco salas y terrazas, con capacidad desde 12 hasta 700 personas, destacan por su magnitud y fuerza estética, con luz natural y características que se adaptan al evento”, argumentan. Toda la restauración para los diferentes eventos, encuentros y espectáculos tienen la huella del estrella Michelin Pepe Solla, que recogió recientemente el premio a mejor cáterin nacional.

La empresa GBS, del grupo Interatlantic, adquirió el edificio del Casco Vello en 2014

La intención de los responsables del Palacio de La Oliva es ofrecer visitas guiadas desde enero para que residentes en la ciudad y turistas puedan ver de cerca la conjugación de arquitectura, historia y modernidad en el edificio del Casco Vello. Un guía les explicará el origen y la historia del Palacio desde el año 1156 y su relación con los caballeros templarios, a quienes se les hace referencia en el complejo con esculturas y en el sello. Se prevé que estas visitas se realicen de lunes a jueves por la mañana.

La empresa GBS, del grupo Interatlantic, adquirió la propiedad en 2014 y empezó la rehabilitación en 2016, con la deconstrucción y vaciado del edificio. El proceso presentó dos desafíos importantes: la excavación en roca y la preservación de sus muros de piedra. En el año 2019, se inició la rehabilitación: se mantuvieron la estructura original y los muros de piedra del Palacio y se puso especial énfasis en respetar su identidad. La reforma terminó en 2022.

Cabaleiro pone en valor la magnitud del proyecto, con detalles que recuerdan a ambientes de Nueva York. Solla traza una reflexión parecida. “Cuando estoy en el Palacio, tengo la sensación de que podría ser Nueva York, Londres o Madrid”, asevera.

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