Molestos, indignados e incluso “alucinados” son muestras del sentir de la plantilla de Povisa tras enterarse, por segunda vez en menos de tres años, de un nuevo cambio de cromos en su propiedad.

–¿Qué explicación se os ha dado desde la dirección del hospital?

–Ninguna, porque aseguran que no sabían nada de la compra, que se enteraron también el día anterior. Para nosotros no hay por dónde cogerlo, es una tomadura de pelo y más porque han vuelto a actuar de la misma manera. Cuando fue la compra por parte de Ribera Salud pedimos que se nos informase de futuros cambios o situaciones similares, que se hablase con nosotros, y ha vuelto a pasar lo mismo.

–En principio, Ribera asegura que no afectará a la plantilla ni condiciones profesionales.

–Sí, que queda todo igual. Eso nos choca, y nos choca porque si fuese así nos lo hubiesen comunicado antes de entrarnos por la prensa. Se hizo todo muy rápido. El hospital es un negocio redondo para algunos.

–Y todo esto en el marco de la prórroga del concierto con el Sergas.

–Creemos que esto es jugar con nosotros y con los usuarios. Qué puede esperar un usuario de un hospital que cambia de condiciones cada dos por tres. Lo normal es que la dirección francesa venga y ponga sus condiciones en un futuro. Povisa tiene asignada una población, es como si entras en la red sanitaria pública, sin embargo, actúan con él como les da la gana.