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Montaje de las primeras naves de Balaídos, en 1958.Archivo

Tres cuartos de siglo de la institución que catapultó Vigo

La puesta en marcha de la Zona Franca el 2 de julio de 1947 allanó diez años después la llegada de Citroën Hispania y la transformación industrial del sur de Galicia | Sus parques acogen en la actualidad a más de 700 empresas con unos 20.000 trabajadores

La historia de Vigo cambió para siempre hace hoy 75 años. Aquel miércoles echaba a andar una de las instituciones que más ha contribuido a la transformación y modernización del sur de Galicia: la Zona Franca. Que la ciudad dispusiese entonces del tercer recinto aduanero autorizado por el Estado español, tras los depósitos de Barcelona y Cádiz en 1929, fue clave para la llegada diez años después del fabricante galo de automóviles Citroën, germen de lo que hoy la todopoderosa Stellantis, lo que supuso escalar de nivel desde el punto de vista industrial y del empleo en la comarca. Desde entonces, lo del Consorcio ha sido una carrera en pos de la modernización de la industria gallega sin dejar de aportar nunca su particular granito de arena al desarrollo urbano, social y de convivencia de los vigueses, ya sea a través de obra pública o alimentando una nutrida red de aceleradoras, incubadoras y viveros de empresas, la mayoría de carácter tecnológico, como ViaGalicia o la High Tech Auto. Por dimensionar lo que representa la Zona Franca, sus parques (Bouzas, Balaídos, PTL, Porto do Molle y A Granxa, así como la Plisan en colaboración con Puerto y Xunta) dan cobijo a más de 700 empresas con unos 20.000 trabajadores directos, generadoras además del grueso del Valor Añadido Bruto (VAB) de la provincia, y lideradas, como no podía ser de otra forma, por Stellantis.

A lo largo de estos tres cuartos de siglo, el Consorcio ha pasado de ser un mero recinto franco que ofrecía ventajas fiscales enfocadas a la exportación, a un ente generador de suelo y servicios básicos para las empresas y los vigueses y a apadrinar cientos de start-ups en su red de aceleradoras e incubadoras empresariales, que son las que poco a poco están dando un vuelco al ecosistema innovador del sur de Galicia. Pero toda esta labor no se entendería ni sería posible sin su principal inquilino y, a la vez, fuente de ingresos: la planta de Balaídos del grupo Stellantis.

Citroën Hispania arribaba en 1958 a Vigo al reunir la ciudad una serie de requisitos (un puerto atlántico, la disponibilidad de suelo, un recinto aduanero, una buena conexión a la red eléctrica que llegaba desde los saltos de agua de Ourense y mano de obra cualificada procedente de los talleres de la conserva y el sector naval) y después de una dura batalla con Navarra en la que la existencia de la Zona Franca fue determinante. Aquella fábrica de coches casi artesanal arrancó su actividad primero en el puerto –en los antiguos almacenes de la Aduana, en Montero Ríos, para ser más exactos– y a los dos años se mudó a un incipiente polígono de Balaídos que aún hoy, 75 años después, sigue siendo la gallina de los huevos de oro de la economía viguesa.

Vista aérea de la factoría de Citroën Hispania en los años 60.

La relación entre Zona Franca y Citroën, después PSA Peugeot Citroën, Grupo PSA y ahora Stellantis, es simbiótica. La multinacional francesa no es propietaria de ninguna de sus naves: paga un alquiler anual al Consorcio, además de un canon que varía en función de sus volúmenes de producción y que en la última década se ajustó en varias ocasiones para no penalizar a la factoría en épocas de crisis o de alta actividad. Y a mayores, la Zona Franca recibe parte del impuesto de Sociedades que Stellantis paga en España, que es el llamado “recurso financiero”, una de las principales fuentes de ingresos del ente que pilota David Regades.

Polígonos empresariales

El desarrollo de suelo industrial en el área de Vigo también ha marcado parte de la trayectoria del consorcio. De hecho, los planes en este campo siguen siendo ambiciosos. De la mano del Concello y a través del nuevo Plan Xeral, el objetivo es ganar más de 2 millones de metros cuadrados de suelo para uso industrial en Vigo. Y se está trabajando en varias bolsas de suelo para que ninguna empresa se tenga que ir de Vigo por falta de espacio. A la actuación ya prevista en Balaídos hacia Matamá, se ampliará por segunda vez el PTL de Valadares, se dará continuidad al de Pasaxe hacia la parte olívica y se crearán dos nuevos polígonos: uno en el entorno del campus, para apoyar a las nuevas compañías de base tecnológica, y otro cerca del aeropuerto, para aprovechar el potencial de las firmas de logística que operan a través de Peinador.

El consorcio apadrina hoy toda una red de “start-ups” a través de sus aceleradoras

En Valadares se proyectan otras dos actuaciones: la primera, la continuidad del polígono de A Pasaxe que ocupa parcialmente terrenos de la parroquia gondomareña de Vincios y de Zamáns hacia Vigo (en A Garrida), generando otros 500.000 m2 de superficie en un entorno codiciado por industrias como el automóvil. La segunda, una nueva ampliación del PTL al otro lado de la carretera Clara Campoamor. El otro polígono de nueva creación se habilitará cerca de la pista de Peinador, al lado de firmas como Delta Vigo: un área de unos 400.000 m2 con los que se pretende aprovechar el potencial logístico del aeropuerto. En paralelo, el Consorcio sigue adelante con sus planes para apoyar la creación de un polígono semipúblico en Tui y trabaja con la Xunta y el Puerto en consolidar la Plisan, que tras veinte años de letargo, ha dado el pistoletazo de salida a la llegada de empresas con firmas tan importantes como Albo, Frinsa, BETA Implants o la multinacional farmacéutica suiza Lonza.

Polígono de la Zona Franca en Bouzas.

Microchips e hidrógeno verde

Ya en esta última etapa, el Consorcio está prestando mucha atención a dos proyectos:una planta de circuitos fotónicos y otra de hidrógeno verde. La primera contará con una inversión inicial de 66 millones de euros y cuenta con la colaboración de Universidade, Concello y Deputación. El Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) anunciado por el Gobierno para desarrollar una industria de semiconductores en el país será el eje principal sobre el que pivote la planta. El centro busca crear obleas de entre 4 y 8 pulgadas de las que saldrán los semiconductores ópticos (diferentes de los microchips electrónicos) para poder cubrir así la demanda existente. Para ello, el Perte de los microchips, dotado con 11.000 millones de euros, se antoja clave.

En cuanto a la planta de hidrógeno, justamente esta semana el Comité Ejecutivo de Zona Franca dio luz verde a la contratación conjunta para la redacción del proyecto y la ejecución de las obras de una instalación híbrida –de generación fotovoltaica y producción de hidrógeno– en el área portuaria de Bouzas, así como su mantenimiento integral durante dos años. Más adelante, saldrá a concurso la concesión para la explotación. La puesta en servicio de la hidrogenera se prevé a finales de 2024. El presupuesto es de 7,3 millones de euros.

La actuación prevista por el Consorcio, que traerá bajo el brazo la generación de empleo, opta a una subvención de 1,5 millones del Programa H2 Pioneros dentro del Perte (proyecto estratégico para la recuperación y transformación económica) de energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento (ERHA) del Ministerio de Transición Ecológica, cuya solicitud se presentó el 6 de mayo. El proyecto cuenta con los apoyos del CTAG (Centro Tecnológico de Automoción de Galicia), EnergyLab (Centro Tecnológico de Eficiencia y Sostenibilidad Energética) y Ceaga (Clúster de Empresas de Automoción de Galicia).

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