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Vuelvo con la bendición Urbi et Orbi y muchas indulgencias

Fernando Franco

No voy a decir que vuelvo con las pilas cargadas tras una semana de vacaciones, porque ya las tenía al marcharme, pero sí que vuelvo con la bendición Urbi et Orbi y muchas indulgencias ganadas en procesiones diversas. Vuelvo también con la fortuna de no haber estado en Sevilla, Marbella o en Barcelona, ciudades donde no cabía un alma más, ¡qué barbarie turística!, sino que iniciamos la Semana Santa en Vigo con la del Borriquito, la continuamos en Salamanca con la Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz y Nuestra Señora de la Sabiduría, y la mediamos en Peñafiel, aunque más por la Ruta del Vino con su museo, su hermoso castillo, su poca gente y porque allí habíamos quedado con los vigueses Amparo Villar y Sesi Pino, vueltos de tierras de mala follá granaína. Para dormir en Peñafiel, el convento de las claras pero más tranqui el Vino Spa Peñafiel, que es una delicia. El Viernes Santo, en una Salamanca desbordada por los turistas, me encontré con el fisioterapeuta vigués Fernando Gallego, hijo de mi colega del mismo nombre, y al también olívico Alfonso Costa, “Fonsi” (con su salmantina Berta) aquel magnífico DJ metido ahora en lides del transporte. Las calles atascadas para ver sus procesiones. Así que vuelvo lleno de gracia.

Kammerer: lo imposible que se ha puesto O Morrazo

Charlo con mi amigo el suizo Bruno Kammerer, al que vi también antes de Semana Santa en la presentación en el Museo del Mar de un libro, junto al fotógrafo Carlos Rodríguez. Bruno, que fue concejal de Urbanismo en Zurich y cuya historia hemos reseñado en nuestras Memorias porque poca gente puede tenerla más rica que él, anda muy contrariado. Desde hace décadas tuvo su casa alquilada en Hío, incluso cultivaba su propia viña como experto que es en vinos gallegos aunque viva en Suiza, pero este año el dueño la reclamó para un familiar. Kammerer lleva 15 días ansioso buscando una casita de sustitución por la zona del Morrazo pero ve que es imposible: no hay nada para alquiler todo el año. El turismo que se ha desarollado en esta península morracense y sus posibilidades de hacer negocios ha cambiado bastante la mentalidad de la gente autóctona en las aldeas. Se alquila casa solamente por temporadas. Tal es la cosa que ahora está buscando por las zonas del Rosal y Condado porque su amor a Galicia es incondicional. Sus cosas en la casa, acumuladas durante décadas de fidelidad a Hío, las ha depositado en trasteros. Así tiene mas tiempo de buscar casa y que la que siempre tuvo la debe entregar el 23, el mismo día que debe salir para Zurich. El turismo cambia todo y, si trae dinero, tiene sus costes. Por ejemplo que a los de alrededores se les ponga imposible el Morrazo. Igual que los pisos turísticos hacen con las ciudades. Las encarecen para los propios.

Aquellos tiempos de Juan Corral. Corría el año 1986 cuando el entonces conselleiro vigués Juan Corral (centro) desarrolló el mayor despegue de los servicios sociales en Galicia, o eso dicen. Con la celebración del 36 aniversario, una gran parte de los directores se reunieron con él en el restaurante O Xe para recordar esos tiempos. Corral fue conselleiro de Trabajo en el primer Gobierno gallego y presidente del Puerto, además de presidente local del PP.

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