Érase un hombre a un transistor pegado, érase un transistor que daba todos los resultados. Tocho, el hombre que, con la radio en la oreja, transmitía al minuto las jornadas futboleras por las calles de Vigo, ya tiene su homenaje en la ciudad que tanto ha pateado. En los últimos días ha aparecido un grafiti con su figura inconfundible en la rúa Sombrereiros, en el Casco Vello.

El mural, que está sin firmar, no ha pasado desapercibido para los vigueses, que recuerdan con cariño a un hombre que durante décadas ha formado parte del paisaje humano de la urbe. Desde que llegó la pandemia se deja ver menos, pero todavía se le puede encontrar por las calles más insignes. Su hermana Rosa explica que, aunque su estado de salud es bueno, por temor al COVID ahora solo sale por el centro los sábados, aunque sigue cumpliendo con el ritual de pasarse por la cafetería Luces de Bohemia. Tocho, de 63 años, reside con Rosa en el barrio de Coia.

A raíz de una publicación en Twitter de la cuenta @HormigonCeleste, la red social se ha llenado de mensajes de afecto y de nostalgia. El eco también le ha llegado a la familia, que ha recibido con alegría el homenaje espontáneo y anónimo.

Antes de la irrupción del coronavirus y durante muchos años, su presencia era inevitable por las calles más céntricas (Colón, Urzáiz, Príncipe, Porta do Sol...); los días de partido se instalaba en los aledaños de Balaídos. Escuchaba los programas deportivos y replicaba cada gol que se narraba, fuese del Celta, de uno de los grandes del fútbol español o del Burgos. El grafiti es muy certero al poner en su boca un empate del Logroñés. También se le conoce por vender el FARO DE VIGO por las madrugadas a pie de calle. Más de uno seguro que recuerda comprarle un ejemplar al volver de salir y echarle un ojo a los titulares del día con el bocata de fin de fiesta.