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La lucha contra el olvido de los mártires de Alcabre

Cuatro jóvenes del sindicato agrario fueron ‘paseados’ en octubre de 1936 y arrojados a una cuneta de la carretera de Gondomar

El representante de la Asociación Viguesa pola Memoria Histórica do 36, Telmo Comesaña. | // FDV

El seis de octubre de 1936 era martes. Telmo Comesaña apenas tenía dos años y medio cuando los golpistas, azuzados por Franco, asesinaron a su padre. Los recuerdos que atesora de él apenas son flashes. Imágenes borrosas por más de ochenta años de vida que lo separan del golpe de Estado que acabó con la democracia en el país y también con tres miembros de su familia en una cuneta. Telmo cita sin bacilar la frase del General Mola que representa nítidamente las pretensiones y la represión en Galicia del fascismo. Se pasa al castellano para ello: “Hay que sembrar el terror. Hay que dejar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”.

José Comesaña. | // CEDIDA

Galicia fue uno de los territorios donde apenas hubo resistencia al Golpe y, en palabras del prestigioso historiador Paul Preston, “donde las verdaderas intenciones de los rebeldes se manifestaron con toda su transparencia”. Hubo asesinatos de sindicalistas, políticos de izquierda, funcionarios, masones o maestros de escuela. Se culminaba lo que el otro historiador Josep Fontana etiquetó como “asesinatos preventivos”.

Antonino Comesaña. | // CEDIDA

Ni el padre de Telmo, José Comesaña, ni sus otros tres compañeros en la Sociedade de Agricultores e Gandeiros de Alcabre habían cometido delito alguno. Sus nombres eran Antonino y Emilio Comesaña, tío y primo de Telmo; y Fernando Costas. Los cuatro integraban la directiva da la asociación, que para el verano de 1936 ya se había constituido como sindicato agrario. Aquella signifciación civil pudo haber marcado, en cierta medida, su futuro. Pero Telmo está convencido de que el motivo fundamental por el que fueron a por ellos fue otro: “Ao pouco tempo de que trascendese o Golpe de Estado, os catro foron ao cuartel da Garda Civil en Bouzas a pedirlles armas. Por suposto non llas deron. Aí foi cando quedaron marcados e sentenciados”, lamenta Comesaña. Los argumentos de Telmo no son cábalas. Los ha ido construyendo poco a poco a lo largo de su vida. El testimonio de su ya difunta madre y el trabajo de historiadores como Xosé Álvarez Castro han sido esenciales. “A través desa investigación pódese deducir que para o Rabioso foi sinxelo saber a por quen tiña que ir”, expone Comesaña. En su libro Pontevedra nos anos do medo. Golpe militar e represión, Castro explica quién era este Rabioso: Francisco González Rodríguez, falangista y teniente Guardia Civil en Vigo, “que adquiere su apodo por atar a su caballo una cuerda y arrastrar a las víctimas por las calles. Se le adjudica el primer paseado en Vigo, un transportista de pescado, antiguo sindicalista y miembro de la CNT”.

Emilio Comesaña. | // CEDIDA

Poco después de la visita de los cuatro directivos al cuartel, fueron detenidos. Uno de los tíos de Telmo trató de mediar a través de un general del ejercito, que para su liberación, le explicó que necesitaban un documento que acreditase su comportamiento ejemplar y que fuese rubricado, además, por el cura de su parroquia. Pero el clérigo se negó.

Fernando Costas. | // CEDIDA

José Comesaña y sus tres compañeros pasaron sus últimos días, como tantos otros represaliados, encerrados en el frontón de la calle María Berdiales del que ya no queda constancia. Un ejemplo más que define la relación de la ciudad con la memoria histórica.

Hasta allí se desplazaba todos los días una prima de Telmo para llevarles víveres con los que sobrevivir. Pero el día seis de octubre de 1936, martes, le notificaron que ya no estaban en el recinto. En esa madrugada sacaron de allí, entre otros, a aquellos cuatro hombres. Entre A Pasaxe y Bichicáns fueron asesinados con armas de fuego. El testimonio de un vecino de Vincios, recuperado por Telmo en el año 1979 lo acredita. Al igual que constata que se le encargó a su abuelo “carretar” los cadáveres por todo Gondomar desde la cuneta donde se hallaban hasta el cementerio de Mañufe, donde fueron enterrados. Telmo le llama “o paseo do terror”

De aquella masacre consiguió zafarse el tío político de Telmo. “Pero, a cambio, os falanxistas acosaron á miña tía. Cun embarazo de oito meses, unha noite sacárona da súa casa e rapáronlle a cabeza”, explica.

Telmo Comesaña, junto a sus compañeros de la Asociación Viguesa pola Memoria do 36 son una pieza clave en la lucha contra el olvido de los crímenes de la Guerra Civil en la ciudad. No solo han financiado charlas, eventos o monumentos a la memoria sin ayuda institucional, sino que también han sido los principales actores civiles en el pleito de la Cruz do Castro que Franco inauguró en homenaje a los caídos del bando golpista y que, tras el recurso del Concello, todavía preside el principal espacio verde del centro de Vigo.

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