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¿Cuánto cuesta en Vigo alquilar una habitación en un piso compartido?

La mayoría están en viviendas de tres a cinco dormitorios con una superficie superior a 90 m2 - Fuentes del sector: “Es un segmento poco atractivo por ser problemático”

Pablo Santos, ayer, ordena la mesa de la habitación que comparte con su pareja

Encontrar una vivienda en Vigo, ya sea para alquilar o comprar, es una tarea ardua, tanto por el precio como por la escasa oferta existente debido a la falta de construcción, situación que se prevé solventar con la aprobación definitiva del nuevo Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM), que podría llegar el próximo año. Y, de esta ecuación, no se libra el arrendamiento de habitaciones en pisos compartidos, una rama del sector inmobiliario que conocen, sobre todo, los estudiantes y los ciudadanos que empiezan su carrera laboral lejos de su ciudad. Según los anuncios publicados en los diferentes portales web, la mitad de estas habitaciones –en torno a 30– tienen un precio mensual de 300 euros o superior –en algunos casos, con todos los gastos incluidos–.

El abanico va desde los 120 euros a más de 500. La más barata que aparece en Idealista, una de las webs más utilizadas para encontrar un lugar para residir, está en Torrecedeira. Se trata de una habitación en un apartamento de 90 metros cuadrados en el que viven tres personas y se busca a una cuarta. Entre las más caras, curiosamente, otra que se encuentra en la misma calle que la de menor precio: 550 euros al mes por dos camas en una habitación de un piso de 200 metros cuadrados con cuatro dormitorios. Entre las prohibiciones más comunes: no fumar, no a las mascotas y no a las parejas.

Por 300 euros, hay habitaciones para compartir en numerosas calles de la urbe olívica: Ecuador, Brasil, Portanet, Coruña, García Barbón, Pizarro, Sevilla, Sagunto o Barcelona. Son viviendas de tres a cinco dormitorios en pisos de entre 90 y 220 metros cuadrados, mayoritariamente, con ascensor. A partir de 320 euros, el precio de estos alojamientos ya alcanza el de los estudios, con cantidades que sobrepasan, en gran parte, los 380 euros. Son cifras que radiografían una situación preocupante en la ciudad olívica, en la que, cada año, es más complicado conseguir un alojamiento por el que soliciten una cantidad razonable en base a la realidad sociolaboral.

Para muchos ciudadanos, el piso compartido es la única opción que se les presenta. Es el caso de Jenny, ingeniera de 25 años que trabaja como becaria en una empresa de Vigo. Desde hace cuatro años, vive en una habitación de la zona de la Praza da Industria por la que paga 200 euros –gastos incluidos–. “Ahora mismo, con una beca, ni me planteo irme a vivir sola, no me lo puedo permitir. Si me hicieran un contrato, y dependiendo de las condiciones, podría pensármelo”, indica antes de señalar que le empieza a “cansar un poco” residir en una vivienda con más gente: “Ya busco más independencia”.

Pablo Santos, de 25 años, también vive en un piso compartido: en la calle Eugenio Kraff, en el entorno de Balaídos. Paga sobre 200 euros. “Antes, trabajaba. Ahora, estoy en búsqueda de empleo. Vivo con mi novia en la misma habitación. En el piso, en total, somos cuatro. Irme con ella a vivir solos a un piso es imposible ahora mismo, ella estudia y yo no trabajo: no hay por menos de 500 euros. Se especula con el techo”, denuncia antes de lamentar que se tilde a su generación como “de cristal”. “Entre los problemas que padecemos, está el de la vivienda”, apostilla.

“Si viviera sola, iría muy justa de dinero”, señala Nerea, de 23 años, que estudia y trabaja. Reside con otra persona en un piso de tres habitaciones en Vía Norte. Gastos aparte, abona mensualmente 350 euros. Estudió Derecho y Administración y Dirección de Empresas y, ahora, cursa el máster de acceso a la abogacía. “Nos costó mucho encontrar el piso. Ya nos queremos cambiar, entre otras cosas, por el precio”, apunta, a la vez que cita alguna de las dificultades de acceder a una vivienda: “En algún caso, nos pedían una nómina de hasta 3.000 euros para poder alquilar”.

Marisol Jorge, de 24 años, acaba de finalizar su proceso de búsqueda. Entrará a vivir esta semana en un piso que compartirá con otras dos chicas. “Soy becaria, por lo que el sueldo no me da para vivir sola. Por suerte, encontramos un piso y, al ser conocidos, nos hacen precio: 150 euros al mes por habitación. Los anuncios que habíamos visto pasaban de 200 euros”, recuerda.

Fuentes del sector inmobiliario explican que hay “muy poca” oferta de habitaciones porque se trata de un segmento de alquiler “poco atractivo por ser problemático”. Destacan que, en muchos casos, los inquilinos acaban rompiendo el contrato antes de tiempo debido a “problemas de convivencia” con el resto de moradores. “La mayoría de los propietarios prefieren no meterse en este tipo de alquileres. Los pisos que hay son, en gran parte, los que no tiene salida en el circuito de alquiler tradicional por ser antiguos o no tener ascensor, por ejemplo, y están destinados, sobre todo, a estudiantes”, detallan.

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