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Navidad en Vigo

Visitantes por Navidad: “Huele a fantasía”

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Familia Marioni-Sieira, desde Ribeira. Pablo Hernández

Son poderosos los atractivos que estos días ofrece la villa olívica, que concita no solo a los oriundos de la ciudad, sino también a aquellos viajeros que tenían muy claro que este año el destino de noviembre sería la Navidad de Vigo. Después de la resaca de la cuenta atrás, y de que la muchedumbre se dispersase, el día siguiente dejó paso al disfrute pausado de todo lo que el circuito navideño tiene preparado para toda la familia.

Los turistas describen una “atmósfera especial que hace que quieras quedarte”

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Caminar por las calles centrales como García Barbón o Plaza Compostela adquiere desde hoy, y hasta enero, otro significado. El mercadillo, que bien podría haber salido de la mismísima Laponia, teletransporta al visitante a una Navidad con un especial encanto, con olor a fantasía. “¿A qué huele la fantasía?”, preguntaba una niña a su madre cuando ésta trataba de explicarle qué era eso del carrusel. “Es como cuqui, una fantasía que cuando te montas puedes oler todos los aromas que hay en Navidad”, le decía su madre. Y así es como se construyen los primeros recuerdos de esta época en los pequeños. Porque todos la disfrutan, pero los niños la visten de domingo en pleno martes. La casa de Papá Noel, y anfitrión en esta velada, espera a ser habitada, los puestos de comida rápida que saben a mariscada, y la noria, imponente, que obliga al turista a doblar el cuello para tratar de localizar a sus hijos en las cabinas que no dejan de girar. De Vigo al cielo. “Ya dijo Caballero que nos están viendo los astronautas e igual hasta nos hacen una foto, a ver si vamos a salir”, sonreían los visitantes a pie de noria.

Pero lo cierto es que el día después del encendido de las luces era para que tanto los vigueses como los turistas pudieran probar el sabor tan rico que dejó en Vigo la Navidad de 2019. La gente en las calles, la hora del vermut con las terrazas llenas, los copos de nieve bailando con los conos de patatas fritas bañadas en salsa, los ojos de los niños estirando los párpados mascullando onomatopeyas, y los adultos intentando volver a ser niños a través de ellos. “Es que son espectaculares, las luces, los puestos, la noria, ¡y Caballero!, una pasada. En Bilbao las luces son bastante feas, allí se anuncian las de Vigo, En Vigo nace a Navidade, ponían los carteles, y aquí estamos!”, asintió Marta Bengoechea.

Familia Donate-Takoa, desde Girona. PABLO HERNÁNDEZ

Llegando a la mitad del pasillo navideño por excelencia, el viandante se topa con la noria, sin duda, magnánima, de unas dimensiones considerables que hicieron las delicias de los pequeños, y de los grandes también, que se empeñan en disimular disfrazando su deseo –más que visible–, detrás de las ganas de los más niños. “Nos encanta la Navidad, y a la niña, la noria es lo que más le gusta, así que habrá que hacer un esfuerzo”, dice Carmen García, desde Alicante. Lo mismo debieron pensar la familia Donate-Takoa, que hicieron parada en Vigo desde Girona para “ver la decoración y comer una mariscada en A Pedra”.

Familia Campelo-Pedra, desde Portugal. P. Hernández

El triunfo del carrusel

No hay tren que no tenga pasajeros, sobre todo si es verde esperanza y amarillo piolín. Y que, encima, se puede accionar con sonidos estridentes que sacan de quicio a padres y extraños, que se convierten en compañeros sufridores ante unos vagones que dan vueltas sin parar y que la cámara del teléfono no consigue capturar, sin que la fotografía parezca una mancha de desayuno.

No hay carrusel que no triunfe en una Navidad, corona cualquier velada, sea romántica o navideña. Preparándose para montar en él se encontraban la familia portuguesa Campelo-Pedra, que aunque no es la primera vez que visitan la ciudad, esta Navidad les gustó más que nunca. “Está lindísima, nos encantó, y el niño lo pasa fenomenal. El ambiente es lo que siempre nos hace volver, una atmósfera especial que hace que quieras quedarte”, explicaba Iva Campelo.

Raquel y Daniel, desde Salamanca P. HERNÁNDEZ

“Photocall” navideño

Si el encendido fue apoteósico “y más allá”, los atractivos fotográficos en los que los visitantes aprovechaban para fijar sus instantáneas fueron principalmente el oso polar, el árbol, y los renos gigantes. No hay Navidad sin fotos, y sin comida. Las mesas altas improvisaban las paradas obligadas para reponer fuerzas tras una jornada de tiovivo, noria, tren y demás atracciones. Patatas fritas, bocadillos, empañadas, kebab, entre otras delicias, dejaban paso a la observación más pausada, como la que hacían Raquel y Daniel, mientras compartían un entrante. “Aluciné un poco, la verdad. Es precioso el mercadillo”, destacó Raquel Paveno, desde Salamanca. Desde Ribeira, desde Coruña o Portugal.

Visitantes por Navidad: “Huele a fantasía”

Vialia estrena iluminación

Un día después del gran encendido en la ciudad, el nuevo Centro Comercial Vialia se sumó al espíruto navideño con el encendido de su alumbrado. Abel Caballero también fue el maestro de ceremonias de este encendido, acompañado por Vialio, la mascota del centro comercial. El espacio luce ya decorado tanto en el exterior, con motivos luminosos y un gran árbol, así como en el interior. 

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