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El ocio nocturno le planta cara al COVID con un cambio de aires

Iván Puga, ayer, durante la instalación del sistema en la discoteca Rouge. | // P. HERNÁNDEZ

Locales de la ciudad instalan equipos de climatización industriales para reducir los niveles de CO2 en el interior

Adiós al aire acondicionado, hola a la bioclimatización. Locales de ocio nocturno y resto de hostelería de Vigo han dado un paso al frente (otro más) para plantarle cara al COVID-19. Con el objetivo de reducir el nivel de CO2 en los interiores –clave para reducir el riesgo de expansión del coronavirus–, y lograr un ahorro energético considerable, han decidido apostar por la instalación de equipos de climatización evaporativa, un sistema utilizado en la industria que permite renovar el aire y, a la vez, enfriar la estancia: se logra bajar la temperatura entre 7 y 20 grados, según las condiciones exteriores.

Para conseguirlo, se han puesto en contacto con una empresa familiar viguesa: Taster Machines. Los hermanos Iván y Diego Puga se encargan de pilotarla: comercializan las máquinas, de la marca valenciana Biocool. “Estamos a tope de trabajo. Ya las hemos instalado en la coctelería Sinatra, el pub Point, el bar Burla Negra, la discoteca Rouge y los restaurantes A Mina y Chac Mool, en Patos. Ferré, Island Club y Cuarenta están interesados. Hay dos gamas de máquinas: unas meten 6.000 metros cúbicos de aire cada hora; otras, 18.000”, reconoce el primero antes de citar las ayudas de la Xunta para la compra de este sistema, factor clave en su expansión por la ciudad.

Como destaca Iván Puga, la bioclimatización es una forma de enfriar “muy económica, saludable y ecológica”. Con un consumo un 80% menor que el del aire acondicionado –1,2 kWh a máxima potencia–, permite la renovación constante del aire y mejora su calidad, ya que es introducido limpio y filtrado dentro del recinto, evacuando malos olores, humos y gases al exterior. El aire caliente “es atraído dentro del refrigerador mediante un silencioso y potente ventilador y pasa a través de unas almohadillas empapadas de agua, absorbiendo parte del calor por el proceso de evaporación natural, lo que da como resultado una brisa fresca”.

“Empezamos hace cinco años. Hasta la irrupción del COVID-19, centramos nuestro negocio en la instalación de este sistema en conserveras –como Calvo o Pescamar–, fábricas del sector de la automoción o plantas químicas –como Zeltia–. Ahora, estamos volcados en el ocio nocturno y la restauración; estaremos con estos sectores este mes y el próximo. No hemos podido atender a una conservera en Ribeira por la carga de trabajo”, concreta Iván Puga antes de destacar que, por ahora, las peticiones están centradas en Vigo y área: “Ya hay mucha demanda aquí. Cuando la cubramos, iremos a otros puntos de Galicia. El ocio nocturno necesita estas máquinas para abrir en buenas condiciones, es urgente”.

Otro factor a favor que indica Puga es el coste, “mucho menor” que un equipo de aire acondicionado. “Va desde los 2.000 euros a los 6.000 euros, aproximadamente. Depende de la instalación, si hay que hacer conductos, otras obras… Son cantidades irrisorias en comparación con lo que puede suponer un sistema de aire acondicionado y el consumo energético es bastante menor”, indica.

Instalación del sistema discoteca Rouge Pablo Hernández

Aumento de la seguridad

Carlos Rodríguez, presidente de la Asociación Provincial de Establecimientos Musicales y Espectáculos Reglados (Apemer), destaca la importancia de este tipo de sistemas para mejorar la calidad del aire y aportar “más seguridad” y calidad a los clientes: “Hay que tener en cuenta que, en los negocios de ocio nocturno, no se pueden abrir ni puertas ni ventanas para ventilar porque sale el sonido”.

“Mato tres pájaros de un tiro: economía, ecología y virus”

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Fernando Garrido, propietario de la discoteca Rouge, se ha animado a comprar equipos de climatización evaporativa. Asegura que, de este modo, mata “tres pájaros de un tiro: economía, ecología y COVID”.

“Suponen un ahorro de energía considerable y ayudan a que haya un aire de mejor calidad. Retiro las dos máquinas de aire acondicionado, que las coloqué hace 10 años, por este sistema: es mucho más económico. En su momento, gasté un montón de dinero en la instalación, unos 200.000 euros, y, a mayores, lo que cuesta el gas y las reparaciones de las tuberías; aparte, el espacio que ocupan: son aparatos más grandes que un coche. También retiro las dos máquinas de impulsión”, comentaba ayer, horas antes de realizar la prueba de los nuevos equipos en su negocio de la calle Pontevedra.

Garrido destaca que, al reducirse el nivel de CO2 en el interior de su local, podrá “aumentar el aforo y abrir hasta las 4 de la madrugada”: “Sin este sistema, rozamos el tope de dióxido de carbono. Tenemos que adaptarnos a la realidad que nos marca el COVID”.

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