Muchas personas que trabajaban en bares u hoteles se han reciclado a otros sectores ante la incertidumbre generada por el COVID
El de este año no será un verano normal, como tampoco lo fue el pasado. Antes de la pandemia, con la llegada de la temporada estival, cafeterías, bares, restaurantes y hoteles se lanzaban al mercado laboral a la búsqueda de empleados que reforzasen la atención en los meses del año con un mayor volumen de trabajo. Para este verano las previsiones son buenas, aunque algo más moderadas. Es evidente que la situación está marcada por el COVID. Y es precisamente el temor a la vuelta de las restricciones, sobre todo en términos de reducción de aforo o una nueva limitación de los horarios si la incidencia del virus vuelve a crecer, lo que está en parte frenando la contratación veraniega en los establecimientos hosteleros.
Y es que muchos de ellos apuestan por mantener a sus plantillas habituales y otros todavía tienen a algunos de sus trabajadores en ERTE. “Las expectativas para este verano siguen siendo altas, pero los hosteleros no saben lo que va a pasar de aquí a agosto y hay incertidumbre y miedo por si no hay el suficiente trabajo”, explica Beatriz Carballido, tesorera de la Federación Provincial de Hostelería de Pontevedra (Feprohos). Ese sensible freno a la contratación veraniega es una de las circunstancias laborales que marcarán el sector en los próximos meses, pero no la única.
Porque lo cierto es que si en años anteriores ya había serias dificultades para contratar personal cualificado para trabajar en la temporada estival, los que sí necesitan personal de refuerzo ahora lo tienen más difícil. Porque la pandemia ha provocado que muchas personas que se dedicaban a la hostelería se reciclasen a nivel laboral hacia otros sectores ante los continuos cierres de los establecimientos durante el último año y la inestabilidad laboral. Hay camareros que decidieron ponerse a estudiar para trabajar en otros ámbitos, como por ejemplo en geriátricos. Esta está siendo una tónica general y que preocupa a los hosteleros de la ciudad y su entorno, que notan cierto desinterés y desencanto por parte de las personas que se quedaron sin trabajo durante la pandemia y que han preferido buscarse otro camino ante la preocupación por su futuro laboral y las pocas perspectivas y dudas que durante tantos meses se vivió en este sector. A esto hay que añadir además la falta de profesionalización en la hostelería, y especialmente este año se está notando una preocupante carencia de cocineros en el mercado laboral.
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Para intentar solventar esta situación y satisfacer la demanda de trabajadores del sector este verano, Feprohos ha formado a lo largo de los últimos meses a cien personas que han recibido el certificado de profesionalidad. Se trata tanto de cocineros como de camareros y el objetivo es lograr la mayor inserción laboral posible de estos profesionales. “Nos están llamando tanto cafeterías como hoteles para pedirnos personal. La inserción va bien encaminada”, asegura Marián García, orientadora laboral de Feprohos.
La previsión para verano también depende de la posible reapertura del ocio nocturno. El pasado sábado se hizo una prueba piloto en varias discotecas de Galicia (en Vigo fue en el Tokyo) y, si la Xunta considera que el operativo funcionó correctamente, la idea es que las discotecas puedan volver a la actividad a partir de julio. Esto también podría espolear la contratación, además de recuperar a los trabajadores de estos locales, ya que la mayoría continúan en ERTE y llevan así prácticamente un año.
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Un obstáculo habitual
El problema para encontrar profesionales que refuercen los locales hosteleros en verano viene de atrás. Mismamente en 2019, el año antes a la llegada de la pandemia, desde el sector se constataba un notable desinterés por trabajar especialmente en bares y cafeterías. Los modestos salarios y las jornadas maratonianas de los establecimientos son aspectos que suelen echar para atrás a posibles aspirantes. Tampoco ayuda la certeza de que, en muchas ocasiones, se trata de trabajos temporales ya que, cuando acabe el verano, el empleado no tiene posibilidad de seguir. Las zonas más alejadas del centro son las que tienen mayores dificultades para conseguir personal, ya que las personas que viven en el casco urbano no tienen forma de llegar o les supone un gasto excesivo desplazarse a bares del rural o incluso de otros municipios como Nigrán, Baiona o Cangas.