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Povisa reduce urgencias de paliativos con una enfermera como nexo con el hospital

Rosa Armada.

Cuando un enfermo paliativo se iba para casa tras un ingreso o una urgencia, “nadie sabía nada de él” hasta que llegaba la fecha de su siguiente cita con el especialista, en uno o dos meses. Salvo si antes recurría de al hospital o al centro de salud por dolor o por la medicación. “Necesitan alguien que esté siempre un poco pendiente y que no los veamos siempre en Urgencias ya pasándolo mal”, cuenta Rosa Armada, enfermera gestora de casos en Povisa. Ella es la que desempeña ese papel de nexo entre el hospital y estos pacientes. Desde que, hace poco más de un año, el centro de la calle Salamanca creó el área de cuidados paliativos con su propio servicio de Hospitalización a Domicilio (HADO) para atender esta necesidad, Rosa ha podido comprobar cómo se han reducido tanto sus ingresos como sus visitas a urgencias.

“Es un paciente que suele acudir mucho por el manejo del dolor, las náuseas o los vómitos”, cuenta Rosa. El objetivo es evitar estas situaciones con su apoyo. Antes de que un enfermo paliativo abandone el hospital de la calle Salamanca, ella pasa a darse a conocer y le entrega un teléfono de contacto. En los tres primeros días en casa, le hace la primera llamada. “Para ver si han tenido alguna duda con el tratamiento, ver cómo están...”. Hablarán de nuevo a los 7 días y a las dos semanas se verán, ya sea en el hospital o en el domicilio del paciente si no es capaz de desplazarse.

Sigue a 120 pacientes en unas jornadas maratonianas en las que, además de las visitas a domicilio y en planta, hace una media de 40 llamadas. Con ellas, trata de detectar descompensaciones, “antes de que ellos se den cuenta de que se están poniendo mal”, para atajarlas. “Les educamos”, cuenta y explica: “a una persona con insuficiencia cardíaca le decimos que tiene que pesarse y medirse el perímetro abdominal todos los días y si pasan de tal cifra, que nos llamen”. Si su situación empeora, el paciente pasa a HADO de paliativos con una atención diaria y ampliada, de 8 a 20 horas de lunes a domingo.

“Ellos nos manifiestan siempre: ‘Qué bien que estáis, tener un teléfono al que llamar y que nos evitéis ir a Urgencias’. Casi todo se pude hacer en casa y ellos están mejor allí que en el hospital”, resalta Rosa. Muchas familias le han agradecido poder incluso descargar emocionalmente, “porque los cuidadores tienen una carga psicológica importante”. Cuentan con el apoyo de psicólogas de la Asociación Española Contra el Cáncer cuando necesitan ayuda especializada.

Su siguiente objetivo es servir de nexo también con el médico de Primaria. El COVID lo ha frenado. Rosa también aplica lo aprendido ahora con infectados con síntomas y patologías previas aislados en su domicilio. Atiende a más de 200

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