Iban a ser dos ceremonias íntimas y familiares. Con lo primero han cumplido. Mucho más de lo que les hubiera gustado. Con lo segundo, no han podido. La alerta sanitaria por coronavirus no se lo permitió. Dos de las tres parejas que tenían previsto casarse ayer en el Pazo de Castrelos continuaron con sus planes. Pero solo pudieron hacerlo acompañados por dos personas, sus dos testigos. El resto de los parientes convidados se tuvieron que quedar en sus casas.

Nadie va a tener una boda como las suyas, comentamos en broma, buscando el lado positivo. "Ni se lo deseo", replica María Diz Gómez, la novia de la primera de ellas. No hubo besos con los pocos parientes que les esperaban al otro lado de la verja del recinto. El único fue el que se dieron María y José Ricardo Morgade para sellar el enlace. "Si uno está contagiado ya nos lo hemos pegado", razona esta pareja que lleva 9 años junta y han tenido un bebé hace cuatro meses. Esa es una de las mayores penas de la contrayente, que su hijo no pudiera acompañarlos. Se ha quedado con el abuelo.

Empezaron a temer por su boda hace tres días. "Ayer ya lo dimos todo por perdido cuando ordenaron el cierre de restaurantes", cuentan. Económicamente no les supone un trastorno, porque era un banquete para quince. "Queríamos que fuera una cosa sencilla y ahora sí que va a ser sencilla de verdad", lamentan. Serán seis para comer en casa, dos más que los que pudieron presenciar la ceremonia oficiada por el alcalde, Abel Caballero. "Es vuestra boda y eso es lo importante", resaltó el regidor que entiende que el amor no entiende de "coyunturas".

Media hora después, se casaron Anunciación Amoedo y Luis Muñoz Luaces. "Esto no era lo esperado", lamentaban, junto a la madre del novio y la hermana de la novia, los únicos que iban a poder estar presentes. Lo primero que se vino abajo fue la luna de miel. Tenían contratado un viaje a París, pero ya lo anularon la semana pasada. Ayer decidieron que tampoco harían convite. Por responsabilidad, lo hicieron antes de que la Xunta decretara la medida del cierre de establecimientos de restauración. "Tenemos gente mayor, no vamos a arriesgarnos", explican.

La comida era para 21 personas, así que tampoco habían tenido que adelantar ninguna cantidad. Coinciden con la pareja que les precedió en el análisis: "Teníamos pensado que fuera sencilla, pero nos la hicieron aún más". Y tras la ceremonia en el pazo, cada uno en su casa. No celebraron ninguna comida en casa. Ya lo celebrarán todos juntos, como ellos querían, cuando todo esto sea cosa del pasado.