Noticias como la incorporación, el pasado lunes, de 600 trabajadores a la factoría de PSA en Balaídos para la fabricación del Peugeot 2008 -más otros 600 que harán su entrada en 2020- describen con nitidez el liderazgo industrial y económico de Vigo. Lógicamente, ese empuje tiene un correlato en el empleo, y más concretamente, en la capacidad de la ciudad para absorber mano de obra procedente de otras localidades. Todos los días, Vigo es un punto de destino laboral, un imán de actividad. Más de 32.000 personas la fijan en su rumbo para desempeñar su jornada, y al terminar, emprenden el viaje de vuelta a sus respectivos ayuntamientos de residencia.
Así se fabrica en la planta de Vigo el nuevo Peugeot 2008. // PSA Group
No es una cantidad menor. Suponen uno de cada cuatro afiliados a la Seguridad Social en el municipio y una inyección de población flotante de un 11%, a sumar a los 295.232 vecinos registrados, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE). Trazando la comparación, es como si Bueu y Moaña desalojan a toda su población para enviarla a los negocios y empresas de la capital olívica. Esa fuerza, además, ha terminado por demostrar su estabilidad en los últimos años. En 2012, pese a ser la bolsa de empleo mucho más estrecha por las sacudidas de la crisis, la ciudad seguía abriendo sus puertas para 30.000 personas.
Esa capacidad para captar fuerza de trabajo es una de los resultados de Vigo como kilómetro cero del área, y como pulmón económico del sur de Galicia. Es más: de los 28 ayuntamientos que integran el cinturón de influencia de la ciudad, solo tres tienen tirón suficiente como atrar capital humano. Descontando Vigo, se trata de los otros dos motores industriales de la zona: Mos. Entre las tres rozan un input de 43.000 trabajadores.
Los demás concellos actúan más como proveedores de empleados que como polo de atracción, según se desprende de cruzar los datos de los afiliados por lugar de residencia (proporcionados por el IGE) y los trabajadores dados de alta en cada uno (registrados por el Ministerio de Trabajo), ambos a fecha del pasado septiembre. Como ejemplo, en Vigo
Así pues, la relación de los municipios que más afiliados envían a otros lugares la encabeza Ponteareas (3.452), seguido de Redondela (2.520), Tomiño (2.248), Gondomar (1.923) y Baiona (1.806). Por la cola en este apartado, en parte por contar con un peso demográfico más moderado, figuran Monzariz-Balneario (6), A Cañiza (188) o Crecente (285).
El fenómeno de esa particular peregrinación laboral se produce en Vigo con intensidad, pero no en exclusiva. En A Coruña entra un volumen de 50.180 afiliados, cifras lejanas a las que anotan urbes como Santiago, capital administrativa (27.632), Lugo (14.406), Pontevedra (13.795), Ourense (11.919) y en menor medida Ferrol (993).
Las otras "peregrinaciones"
Las otras "peregrinaciones"Fuera del apartado laboral, apenas existen registros actualizados que discriminen la población flotante por ocupaciones. Hace cinco años el INE, tomando el censo de 2011, coincidía en cifrar en 32.000 los trabajadores desplazados y estimaba en 13.435 los estudiantes que se formaban en Vigo sin vivir en la ciudad, así como un grupo de 31.973 personas que, sin residir, pernoctaban al menos 14 noches.
Y las consecuencias colaterales de ese flujo tienen, naturalmente, impacto en asuntos cotidianos, como el tráfico. En puntos calientes de entrada a la ciudad, como la A-55 descendiendo desde Puxeiros, se registran a primera hora de la mañana picos de 2.200 vehículos cada, idéntica cantidad que la registrada en la circunvalación de Vigo -que reconduce tráfico del Val Miñor-, o los picos de 1.600 vehículos/hora del entorno de Rande, en la AP-9.
