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Vigo desempolva un camino a Roma

El Concello lidera una intervención para realzar una calzada de hace 1.700 años, semioculta en un bajo del Casco Vello - Hallada en 2000, remite al esplendor romano de la ciudad

La calzada romana descubierta en el Casco Vello de Vigo // FARO

Se sabe que la costa de Vigo fue entre los siglos I y II un próspero cinturón de protofactorías de salazón de pescado que exportaba el preciado producto de las rías por los límites del Imperio Romano. Se sabe, también, que en el entorno de Toralla se erigía una gran villa romana, cuyo hallazgo se remonta al 1913 y apunta directamente al porteño Martín Echegaray, como publicó FARO el pasado jueves. Otra de estas villa a mare afloraron en verano tras las demoliciones de Cordelerías MAR, en Jacinto Benavente. Pero no todo el patrimonio histórico del Vicus (o Burbida Magna) se conoce a pie de calle. A este último epígrafe del pasado pertenecen los restos de una calzada romana que se encontraron a principios de (este) siglo en un local de la calle Oliva, 12; y que ahora, tras una intervención arqueológica, lucen con esplendor renovado.

El hallazgo tuvo lugar con motivo de una excavación previa a la rehabilitación en el año 2000 del edificio de la Cárcere Vella, que alberga en una parte de su planta baja la sede de la asociación vecinal y cultural del casco histórico. Fue entonces cuando se encontraron los vestigios de una vieja calzada romana, de la que se conservan cinco metros de pavimento y dos y medio de ancho, compuesto fundamentalmente por pequeños guijarros de cuarzo y cuarcita. Junto al vial, se hallaron también, por la vertiente sur, un muro interrumpido por una arqueta contemporánea, pero que mantiene una hilera de piedras irregulares. En el extremo opuesto apareció una muralla que mezcla elementos de la época medieval y la moderna. Entre los materiales de la época romana hallados "predominan los fechados a partir de los siglos III-IV d. C., aunque existe alguna pieza que podría corresponder a los siglos I y II d. C", según figura en la memoria de los trabajos de recuperación, a la que ha tenido acceso este diario.

En 2002, una vez restaurado el inmueble, los arqueólogos efectuaron trabajos de consolidación en la calzada. Y desde entonces se mantuvo sin gran lucimiento hasta hoy, aunque protegido por un espacio específico -una construcción perimetral de vidrio, con puerta de acceso- que no evitó la aparición de pequeñas lagunas de humedad.

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En la última intervención -desarrollada entre el 6 de agosto y el 3 de octubre- se llevó a cabo un mapeo de humedad y de sales para hacer un diagnóstico de la conservación, así como un análisis para retirar los posibles hongos de la superficie. Al final, los arqueólogos retiraron los depósitos de polvo y suciedad, eliminaron la "colonización biológica" en la vieja vía.

Para realzar su presencia, también se realizó una limpieza de la actual vitrina tanto por el interior como en el exterior y se renovó toda la iluminación del interior de la caja de vidrio. A su alrededor ahora se han dispuesto tiras de luces led para destacar los volúmenes de los restos, con un foco complementario de contraste que dé la sensación de "luz de día".

Todo, para que la calzada se integre a la perfección con otros vestigios de su entorno. Los restos pertenecen al conjunto arqueológico del Casco Vello, donde se apunta a una antigua necrópolis entre las calles Gamboa y Carral, y donde se conservan ya pocos elementos de la muralla histórica que arrancó en 1652, bajo la batuta de Juan de Villarroel.

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