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Antonio Giráldez: "En Vigo hay quien todavía llama a Urzáiz la calle de José Antonio"

El profesor participa en un congreso internacional sobre la Transición española en la Casa Galega da Cultura

El profesor Antonio Giráldez Lomba. // Ricardo Grobas

Antonio Giráldez Lomba es uno de los expertos que participaron en la mesa redonda que se celebró ayer en la jornada inaugural del congreso internacional Estado en Transición. Europa y Representatividad Política, que se celebra estos días en la Casa Galega da Cultura de Vigo. Giráldez habla sobre la Transición española desde su punto de vista como historiador.

-¿El debate sobre la Transición vuelve a estar en la calle?

-Nos interesa que el debate no esté solamente en el campo de los políticos y los periodistas, sino en el de los historiadores. Ahora tenemos la perspectiva del tiempo y me interesa tanto desde el área municipal, de lo que fue para Vigo la Transición, y cómo se pasa de elecciones no democráticas a unas democráticas. El análisis del proceso constituyente y de reinicio de los Ayuntamientos, es lo que queremos que se haga desde el punto de vista de los historiadores. Hasta ahora eran memorias de políticos y reflexiones de periodistas.

-En la mesa redonda tratan cómo fue la Transición en Galicia. ¿Qué papel jugó la comunidad en esa etapa?

-Es un papel triple, que es lo que estudiamos en estas jornadas. Por un lado, el proceso de recuperación de la identidad territorial, la descentralización del Estado. La España autonómica tiene un origen en la Segunda República, pero tras la Transición no hubo ninguna parte del territorio que no se constituyese como región o ciudad autónoma. Y Galicia ha jugado un papel fundamental en la constitución de ese Estado autonómico. Por otra parte, la dimensión internacional, porque a nadie se le escapa que la Transición para España también es la transición hacia la dimensión internacional del país en el contexto de la comunidad económica europea. Eso afecta también a Galicia, con sus pros y sus contras. Y, por último, la dimensión municipal. Los ayuntamientos se convirtieron en democráticos y comenzaron a pensar desde su punto de vista y no desde la inspiración del estado central.

-Hablando de la Transición en términos municipales. ¿Cuál fue la importancia de Vigo?

-Con la victoria de Manuel Soto en las elecciones, vimos cómo cambiaron de nombre las calles y cómo se hizo una limpieza de las instituciones. Todavía hay gente que a la calle Urzáiz le llamará José Antonio (recibía este nombre por el fundador de la Falange, Primo de Rivera. A la Gran Vía se le llamaba Gran Vía del Generalísimo. Con la democracia recuperaron el nombre que tenían antes de la dictadura. El Ayuntamiento hizo una labor de democratización del propio callejero y de las instituciones.

-¿Hubo un peligro real de que continuara el régimen franquista?

-Es un debate que corresponde hacer estos días. Una transición es un cambio de escenario. Ese cambio se hace por partes. Habrá quien diga que no ha sido un cambio completo en el sentido de que si los Ayuntamientos son democráticos y nuevos, el aparato del poder judicial dio lugar a unas sentencias que juzgaron a las personas en función de delitos que el nuevo régimen democrático considera que no lo son. Al no haber habido una revisión de esas sentencias, nos encontramos que la Transición no lo es en las sentencias judiciales. O por ejemplo la Ley de Memoria Histórica: unos creen que no ha llegado hasta el punto que debería haber llegado y otros dicen que no debería haber existido. Es un debate que está ahí.

-¿Cómo está viendo el auge de la ultraderecha, con nostálgicos del franquismo?

-Las nuevas generaciones, lo que tienen que tener en primer lugar, es conocimiento del pasado. Lo que me choca a veces es que se apele a una cierta fórmula política sin conocimiento de lo que fue. Los jóvenes que van a ser los ciudadanos del futuro, tienen que tener claro en qué consistió la Segunda República, la Guerra Civil, la dictadura y sobre todo en qué consistió el arranque de nuestro sistema democrático. Sino entendemos bien el pasado más inmediato, no podemos comprender el presente.

-¿Cree que a esas generaciones jóvenes que no vivieron aquella época les llega una información veraz?

-Cada vez más, sí. A los escolares de bachillerato el último tema que les entra es la Transición. Eso debe ser parte ya de su disco duro, del archivo de acontecimientos que tienen que conocer. Pero no está todo el camino hecho. Hacen falta libros de historia que cuenten con investigaciones en los municipios y en las provincias. Ahí está el Instituto de Estudios Vigueses. Tenemos una revista anual que publica artículos de investigación histórica sobre la Transición.

-¿Cree que la Transición pudo haberse hecho mejor?

-Es un debate en el que no quiero entrar. No me corresponde. Se podía haber hecho desde la ruptura, discutiendo la forma de estado: monarquía o república. Pero hay que comprender las circunstancias históricas por las que en ese momento se hizo lo que se hizo.

-¿Pudo ver ya la nueva película de Amenábar, Mientras dure la guerra?

-Es algo que tengo pendiente y lo haré en breve. Tengo muchas ganas de verla. No va a pasar de la próxima semana.

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