Aunque no trascendió hasta hoy, hace dos años un grupo de jóvenes que hacían botellón en A Laxe pudieron provocar una desgracia en la ría de Vigo y causar pérdidas millonarias a la nabiera Mar de Ons. De madrugada, y probablemente envalentonados por el efecto del alcohol, accedieron a la dársena de embarque a Cíes y soltaron las amarras de su buque más grande. 250 toneladas de acero quedaron a la deriva. La suerte quiso que la nave acabara en la cara interior del muelle de trasatlánticos tras desplazarse sin gobierno más de 60 metros. Además, agentes portuarios se percataron inmediatamente de lo ocurrido y lograron alcanzar los cabos para amarrarlo en el muelle de cruceros. "Si no es por ellos, podría haber sido una desgracia", recuerda José Nascimento, propietario de Mar de Ons.

Desde entonces, y para evitar un nuevo acto vandálico de este tipo, la naviera atraca de madrugada sus barcos en la dársena opuesta, junto a los remolcadores.