La enfermedad ha dado un vuelco completo a la escala de valores y prioridades de Abelairas. Ahora la cosa más nimia, esa que la mayoría damos por supuesta, adquiere para ella una extraordinaria trascendencia. La primera es el valor de la vida. "Te prometo que a veces me levanto por la mañana y lo primero que hago es abrazar y darle las gracias a la almohada por estar debajo de mi cabeza y seguir viva", confiesa.

Isaura ha aprendido a gozar de cada instante "porque no hay dos iguales". "Salgo a pasear por la playa y solo con ver la luz ya me siento plena. ¡Es maravilloso! No todo es correr, ni estar en los sitios, ni acaparar ni sentirte el ombligo del mundo... Antes la vida me iba arrastrando y hoy puedo decir que ya no es así. Ahora disfruto estando simplemente sentada en un banco. Así que cada día me levanto pensando que voy a tener un día maravilloso y eso no te puedes imaginar cuánto me ayuda", explica.

Isaura es una maestra en el arte de vivir el día a día: "Cuando alguien me propone un plan para mañana, yo siempre respondo: Posiblemente vaya, de verdad yo quiero ir, pero vamos a hablar de hoy".