Entre el vaciado de la torre y la demolición del Anexo I y el edificio curvo que servía de acceso al hospital, el arquitecto Alfonso Penela calcula que se retirarán 69.500 kilos de restos de naturaleza pétrea, sobre todo, hormigón, ladrillo y azulejos. Constituyen más del 70% de los escombros que se prevén sacar. Ante este volumen, han apostado por transformarlos en la propia obra en un material útil. Con una machacadora los convertirán en áridos.

Esta máquina triturará los residuos convirtiéndolos en un material granulado con el tamaño que se desee, que compacta bien y que se utiliza en construcción, principalmente, para subsuelos. Pero no solo eso, la machacadora cuenta con una serie de imanes que permiten separar la ferralla presente en el hormigón armado.

Además del retorno económico que permite su venta, también produce otros ahorros. Los escombros de hormigón ocupan más camiones que el mismo peso en áridos ya que, al estar triturado, se aprovecha toda la capacidad del remolque. Menos vehículos es menos combustible, menos gasto y menos daño al medio ambiente.