A Jon le diagnosticaron una leucemia cuando tenía tres años y estaba en cuarto de Infantil. Ese curso se lo pasó casi todo en el hospital. Al siguiente, en quinto, un docente iba los martes a su casa de nueve de la mañana a dos. A Xian le detectaron un linfoma de Burkitt cuando cursaba primero de Primaria. Le asignaron una profesora en el mismo horario. Pocas horas y concentradas en una sola sesión. Demasiado intensivo para niños tan pequeños. Y si coincidía con algún tratamiento, no era posible cambiarla. Ambas madres coinciden en criticar un sistema que, en la práctica, resulta "demasiado rígido".

"Dicen que el protocolo tiene que ser ajustado a cada niño, pero no se aplica", sostiene Natalia Martínez, la madre de Xian. "El niño no aguanta cinco horas seguidas porque su salud se lo permite y las clases son más intensivas que en el cole, al ser el único alumno", explica. Tuvo que luchar para que no se lo redujeran a la mitad cuando entró otro niño en el programa y la misma profesora tenía que atender a seis de mañana. Recuerda que la oncóloga "procuraba cuadrar las analíticas para que no perdiera clase", pero no siempre era posible. La docente se prestó a trasladarse al hospital cuando le coincidiera, pero Educación no lo permitió. Destaca que era "muy maja", pero lamenta que "no es personal especializado". "No tienen formación de este nivel educativo ni emocional. Ven cosas muy duras, pierden alumnos y necesitan apoyo", defiende.

Xian se mantuvo en contacto con sus compañeros gracias a su tutora, que le mandaba dibujos y vídeos. "Sacó el curso estupendamente", porque trabajaba también con su madre, y regresó a clase 20 días antes de que acabara. "Le apetecía, volvió calvito y todo". Era la "Semana de los expertos" y llevó a una enfermera del hospital.

La experiencia de Jon fue similar. "El profesor era bueno, pero el sistema es muy rígido", opina su madre, Mila Martínez. Mila cuenta que es "un niño maduro, porque en el hospital se hacen mayores antes de tiempo" y que "le gustan muchísimo los números", por lo que no tuvo demasiados problemas, pero sí detecta "carencias" en su grafía. Como el docente era especialista en inglés, pudo acceder a esta materia. "Si fuera mayor, creo que sería imposible pasar de curso en las mismas condiciones que sus compañeros", considera. Su tutora en Candeán "se volcó" y le hacía partícipe de los proyectos de la clase. Jon regresa la próxima semana y "tiene mucha ilusión de volver con sus amigos".