"Vivo aterrorizada en mi propia casa". Desde hace casi un año, los 95 vecinos de un edificio de la Travesía de Vigo viven atemorizados por un grupo de okupas que se han instalado en una de las viviendas. Peleas, agresiones, amenazas con arma blanca, golpes en las puertas de noche, perros de razas peligrosas sueltos por los largos pasillos del edificio.... La retahíla de incidencias que desgranan los residentes en el inmueble, situado a la altura del número 205, es interminable. Y por eso han llevado el asunto al juzgado -esta semana presentaron una denuncia- y han iniciado una recogida de firmas.

"Cada vez que salgo, le pido a mi marido que me acompañe", lamenta una de las afectadas. Más allá de los ruidos y las incomodidades de ver a unos tipos apostados en las escaleras del portal -"cada vez que entramos y salimos nos miran con mala cara"-, el día a día se hace difícil cuando uno vive con miedo. Y es que se ha traspasado el límite de la amenaza verbal a la agresión, según denuncian. La última vez este mismo domingo, cuando uno de los residentes, de profesión militar, salió a pasear al perro. Al volver, relatan los testigos, se encontró con tres individuos esperándole en el portal que "empezaron a pegarle y uno de ellos llevaba un cuchillo en la mano". Su mujer vio todo desde la ventana y avisó a la Policía. El hombre consiguió entrar en casa y los agresores decidieron vaciar un extintor por debajo de su puerta para obligarles a salir. Fue entonces cuando llegaron los agentes. Detuvieron a dos de ellos, uno escapó. "Y eso que este chico [por el vecino] es un cuatro por cuatro; a mí me soplan y me barren", cuentan.

Pero la historia no acaba ahí. Al día siguiente, la puerta del piso ocupado apareció sellada con silicona y los "okupas" fueron entonces a por el joven matrimonio, a quienes habrían amenazado de muerte destornillador en mano, según relatan los vecinos. De nuevo volvió la Policía y se los llevaron y, otra vez, volvieron.

En este inmueble de cuatro plantas y largos pasillos viven alrededor de un centenar de personas, entre ellas ancianos y niños. Precisamente, puerta con puerta con los "okupas" reside una pareja de nonagenarios. "Lo llevan fatal", explica otra inquilina. "Yo tengo miedo hasta de tender la ropa, porque están colgados de las ventanas y miran con un odio...".

"El otro día vino mi nieto y mi marido bajó con él a la calle. Cuando se cruzó con ellos lo llamaron "cabrón"; esto es horroroso", se lamenta. "Hasta cogen las piedras que tenemos en las macetas del portal para lanzarlas a las ventanas". "Tienen el edificio tomado", remacha.

Con este escenario, la comunidad de vecinos ha iniciado una recogida de firmas para que se vayan. Algo que, quizás, suceda antes de lo previsto porque "parece que ya están empaquetando".