La propuesta que presentó el viernes la concejala de Urbanismo, María José Caride, a responsables de Adif, la Xunta y la multinacional Inmochan (única candidata a construir el centro comercial en la estación de Mayne, en Urzáiz) es, para Abel Caballero, la "solución definitiva a un problema histórico". La construcción de un túnel que enlazará la calle Lepanto con la autopista y la supresión del viaducto que ahora ejerce esa función será, según el regidor, el instrumento ideal para resolver dos problemas: "uno endémico de tráfico y otro estético; por fin acabaremos con un adefesio que llevamos soportando desde hace treinta años". Vecinos, comerciantes y titulares de negocios de la zona recibieron ayer con satisfacción la noticia del proyecto sobre el que ya se está trabajando. Para ellos, que sufren a diario las incomodidades, la posibilidad de encauzar todo el tráfico de forma soterrada supondría una mejora en sus condiciones de vida, un alivio y también una llamada de atracción a otros negocios que habían abandonado esas calles por las constantes molestias que proporcionan miles de coches entrando a diario a la autopista por ese acceso.

Caballero se declara "muy, muy optimista" sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo entre las administraciones públicas implicadas y la empresa francesa. "En el encuentro celebrado el viernes, todo el mundo vio que la propuesta del Concello es la que mejor resuelve el problema y por eso ya se tomó como punto de partida para acelerar los trabajos. Ahora se trata de dejar hacer a los técnicos y sellar un pacto que a todos beneficia", mantiene.

La Xunta ya manifestó el propio viernes, horas después del encuentro, que la propuesta la asumiría si Concello y Adif la daban por buena, aunque dejaba entrever en su comunicado que la financiación debería correr a cargo de las arcas municipales. El alcalde rehúsa entrar en este momento en el apartado de quién y cómo se pagaría el túnel, al considerar que ese aspecto debería afrontarse en un segundo momento "porque lo importante ahora es impulsar un proyecto que es vital para la ciudad de Vigo. Y me gustaría creer que todos, y la Xunta al frente, piensa igual que nosotros y que remará en la misma dirección que Adif y nosotros".

En todo caso, ya adelanta que el gobierno local está dispuesto a "cooperar deforma muy activa" y a realizar "esfuerzos" para sacarlo adelante "El primero ya lo hemos hecho presentando un proyecto que a nadie se le había ocurrido y que recibió la bienvenida general. De hecho, los responsables de Inmochan se mostraron entusiasmados con la idea", asegura.

Además Caballero le recuerda al Gobierno gallego que el túnel, las dos rotondas y los viales que conectarán el futuro centro comercial Vialia con la AP-9 resolverán un problema que compete fundamentalmente a la Administración autonómica: el transporte interurbano.

"El proyecto será una pieza clave para darle fluidez a ese tráfico; resolverá un problema por décadas, así que ni se me pasa por la cabeza que la Xunta pretenda quedarse al margen del mismo, no colaborar económicamente con él o tenga la tentación de boicotearlo", advierte el regidor, quien entiende que esa obra forma parte de "la deuda histórica" contraída con Vigo tras la construcción de la autopista AP-9 en los años 70.

Reacción de vecinos y locales

Impresionado al ver cómo los camiones se quedaban encajados bajo el puente de la autopista, Emilio Díaz, encargado del Hotel Alda Estación, los retrataba con su teléfono. "Se saturó el móvil", cuenta. Ya ha abandonado esa práctica. Y es que, desde que este establecimiento abrió sus puertas hace ocho meses a escasos metros del viaducto, calcula que ha presenciado entre 30 y 35 siniestros de este tipo. "Sin exagerar nada", asegura.

Lo que supone un mayor problema para este negocio es la imposibilidad de que los grupos de clientes que viajan en autobús puedan llegar con él hasta la puerta del alojamiento. Lo mismo sucede con vehículos de proveedores y de reparto tanto para otros establecimientos, como para los vecinos de la parte alta de la calle.

Los inmuebles más afectados por el viaducto son las oficinas del número 21 de Alfonso XIII. El tráfico discurre a pocos metros de sus ventanas en la primera planta. Buena parte de estos locales están vacíos y lucen carteles de se alquila. Los residentes esperan que, al retirar este puente, las instalaciones recuperen atractivo para los negocios.

La mejora estética de la calle es uno de los beneficios más aplaudidos de esta alternativa. "El primer tramo de Alfonso XIII parece una cárcel, es oscura y horrible, por eso los clientes de los hoteles de Lepanto no se atreven a bajar por ella", lamenta María del Carmen García, del Cabiria Bar. Eso le resta clientela y espera recuperarla si se ejecuta esta reforma. "Sería una maravilla", aplaude.