Una locomotora a vapor que había sido comprada en Inglaterra y siete vagones, tres de ellos descapotables, partieron a las 6:40 horas de la mañana de la estación de Vigo con destino a Ourense. Una acontecimiento que el Decano describió en sus páginas como "un apretado abrazo" entre las dos ciudades. Hacía 17 años que habían comenzado las obras de los 127 kilómetros de vías que separaban las dos urbes. En su construcción trabajaron 5.000 obreros. Los trabajos tuvieron que superar numerosas dificultades. Estuvieron paralizados debido a la fuerte crisis económica, a la falta de materiales e incluso debido a la epidemia de cólera que se produjo en aquella época y que obligó a cerrar la frontera con Portugal.

El día de la inauguración se registró un gran bullicio en ambas estaciones. Se ponía en marcha un sistema de transporte muy necesario y reclamado por las instituciones públicas de las dos provincias, los empresarios y la prensa. La Compañía de Ferrocarril Medina Zamora Ourense Vigo, conocida por las iniciales MZOV, fue la encargada de realizara la construcción. La empresa atravesó por numerosos problemas económicas, lo que retrasó su puesta en servicio.

La línea ferroviaria contaba con doce paradas o apeaderos. Algunos de ellos comenzaron a funcionar sin estar terminados, lo que provocó varios accidentes. Desde Vigo, los trenes se dirigían a Redondela, Porriño, Tui, Caldelas, Salvaterra, As Neves, Arbo, Pousa, Frieiría, Filgueira, Rivadavia, Barrantes y terminaba en Ourense. Allí era el punto final. No había posibilidad de continuar el viaje.

La compañía estableció dos viajes de ida y vuelta entre ambas ciudades. El de Vigo saldría a primera hora de la mañana. El de regreso sería por la tarde. No funcionaba ni los sábados ni los domingos. Había diseñadas tres clases, dependiendo de la calidad del vagón en el que se quería viajar. Los precios quedaron establecidos entre las 2,75 reales la opción más económica y los 29,75 la más cara. También quedaron fijadas las tarifas para las mercancías. Entre los 6 y los 85,80 reales.

La puesta en marcha de esta vía de comunicación padeció también numerosas dificultades en los años posteriores. Se tuvieron que realizar obras en algunos tramos, ya que se produjeron derrumbes que inutilizaron las vías. Uno de los accidentes más graves tuvo lugar seis meses después, cuando un tren chocó en Arbo contra unas rocas que se habían desprendido de un monte. Murieron cinco personas y se registraron numerosos heridos.

El servicio también provocó una gran actividad económica. Los empresarios comenzaron a mover mercancías y abrieron mercados. Desde el puerto de Vigo ya se podían enviar los caldos hasta Ourense. En la zona del Condado también se dieron cuenta de la importancia del tren y los bodegueros iniciaron la expansión del vino.

El tren adquirió una nueva dimensión cinco años después, cuando se inauguró el puente internacional sobre el río Miño. Fue otro acontecimiento destacado, así como el enlace definitivo con el puerto vigués y la conexión con Pontevedra. Existía un circuito de transporte que era muy utilizado. Las autoridades públicas, sobre todo los ayuntamientos, pedían de manera constante mejoras en el servicio.

Ourense se convirtió en un punto neurálgico para Vigo. Varios años más tarde se inauguró el tramo hasta Monforte, lo que permitió la conexión con Madrid. Los empresarios fueron los primeros en celebrarlo. Sus mercancías ya podían llegar a la capital de España. El vino se convirtió en el principal referente. Incluso se establecieron tarifas especiales para las mercancías y trenes que circulaban por la noche. Durante años existió el problema de las grandes esperas que se debían soportar en Monforte para realizar los transbordos.

No fue hasta 1957 cuando se inauguró el tramo Ourense-Zamora, una gran obra de ingeniería que abrió un nuevo capítulo en la historia ferroviaria en Galicia. Tanto como el acontecimiento que tuvo lugar hace 135 años.