La bucólica laguna donde nace el Lagares despertó ayer cubierta por una inmensa capa oleosa. Las ocas que campan a sus anchas por este espacio lindante con la pista de Peinador alertaron a los empleados del Aero Club al deambular con el pelaje manchado por un líquido pringoso y pestilente. Tras comprobar que se trataba de hidrocarburo, rápidamente se desplegó un dispositivo que al final de la jornada resultaría clave para evitar un daño medioambiental irreparable en el río vigués. Formado por efectivos municipales y autonómicos, mientras unos colocaban barreras para impedir que la contaminación recorriese los 17 kilómetros de cauce desde Lagoa de Mol hasta la desembocadura en Samil, otras brigadas retiraban las aves afectadas y los huevos de los nidos para su posterior limpieza e incubación en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Cotorredondo (Marín). Xunta y Concello confirmaron que el chapapote había quedado neutralizado sobre las dos de la tarde. Compuesto de aceite de motor, la Consellería de Medio Ambiente sitúa el posible origen del vertido en el polígono industrial situado a menos de un kilómetro, en la parroquia redondelana de Vilar de Infesta, aunque la investigación, dirigida por el Seprona de la Guardia Civil, sigue abierta.

"Fue el panadero quien avisó, a eso de las ocho de la mañana, de que las ocas estaban pringadas de chapapote", comentaba Javier, un profesor de golf que observaba atónito el despliegue de medios para combatir el vertido. Salvo los vecinos, quienes practican este deporte o los habituales del Aero Club, el paraje que alumbra el Lagares es una de las joyas naturales más desconocidas por los vigueses. Lejos del gentío de la ciudad, sin más concurrencia que la generada por los campeonatos, allí la naturaleza infunde tal sosiego que hasta silencia el estruendo del tráfico aéreo. Ayer, hasta los golfistas observaban un tanto desconcentrados los trabajos anticontaminación. Era inevitable la distracción. Demasiada gente alrededor del estanque y el olor a gasóleo no cesaba. "De la rapidez con que actuemos dependerán las consecuencias", apuntaba estresado un guarda autonómico que colaboraba en el seguimiento del vertido con la Policía Local de Vigo.

Para impedir que se extendiese río abajo se colocó en la salida de la laguna un dique de mantas absorbentes. Completada esta operación, las brigadas cercaron el hidrocarburo que cubría el estanque con otras barreras flotantes para facilitar su retirada manual. Entretanto se juntaron en el aparcamiento del recinto hasta tres furgones de la Consellería de Medio Ambiente que cargaron las cajas con animales afectados en su interior. Según datos del departamento autonómico, al centro de Cotorredondo se trasladaron siete ocas, una gallina de río y un pato contaminados. "El problema es que se asustan, escapan, y no es fácil cogerlas", razonaba un guarda de la Xunta.

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La Lagoa de Mol, y por extensión, el cauce que recorre Cabral, presenta el mejor estado de conservación de todo el Lagares. Al discurrir por zonas rurales sin tanta concentración industrial está menos expuesto a vertidos como los que ocasionalmente sufren los tramos más urbanos, como el ocurrido en marzo de 2014 en Miraflores, que arrasó parte de esa gran variedad de fauna avícola y piscícola que habita sin riesgo en el entorno de Peinador. Por fortuna, esta última mancha no provocó mortandad ni en aves, ni peces ni vertebrados, como constataron técnicos de Augas de Galicia y de Medio Ambiente tras recorrer 8 kilómetros aguas abajo.