Glorietas inteligentes que empujan a los conductores hacia la salida que desean tomar sin tener que realizar arriesgados cambios de carril en su interior. Éstos son, a grandes rasgos, los beneficios de las denominadas "turbo rotondas" que han llegado ya a España a través de Cantabria (Santander) y Asturias (Oviedo), donde se está ensayando con ellas con el objetivo de reducir la siniestralidad. Pero en países europeos como en Holanda o Reino Unido son habituales. Algunas estadísticas apuntan incluso a que reducen hasta en un 80% el número de accidentes.
A primera vista se asemejan a cualquier glorieta, pero las diferencias son sustanciales. Y comienzan ya antes de entrar en ellas, por lo que exigen de un cambio de mentalidad para los conductores. No vale llegar por cualquier carril -ahora tampoco, pero la teoría no siempre se lleva a la práctica-. Los pilotos deben posicionarse en el correcto antes del giro. ¿Cómo? Sobre el asfalto o en postes verticales se reflejan las salidas que podrá tomar en función de la vía por la que llegue. Una vez dentro tendrá que completar el recorrido marcado hasta la salida. Y si se ha equivocado, la propia distribución de la glorieta le obligará a dar otra vuelta completa sin necesidad de realizar peligrosos cambios de carril.
Las barreras que permiten que los conductores realicen maniobras arriesgadas no son más que las líneas sobre la calzada. Acostumbrados a que todas sean discontinuas en su interior, la gran novedad de las "turbo rotondas" son precisamente las continuas. De esta forma, los pilotos solo tienen que circular por los carriles cumpliendo la norma que impide rebasarlas, y directamente serán llevados hacia donde quieren ir. Eso sí, siempre y cuando antes de entrar en la glorieta hayan escogido bien los carriles correctos para llegar hacia la salida deseada.
