Los estudios científicos sobre el comportamiento de la centolla concluyen que "confían más en su camuflaje natural que en sus posibilidades de huida para escaparse de sus enemigos" debido a su lento desplazamiento, algo habitual en la mayoría de los ejemplares de marisco de su tamaño. Cuando se concentran sobre una pared de muelle, como ocurrió en el caso de Rodas, tan limpia de algas y con esas aguas tan claras, pueden pasar desapercibidas pero basta con fijarse un poco para darse cuenta que no forman parte del relieve del malecón. Además suelen agruparse de muchas formas. Incluso en un fondo arenoso y totalmente despejado de algas, los buceadores se encuentran concentraciones como la del embarcadero de Cíes. Como si intentasen simular a una roca natural.

En cuanto a sus movimientos, con ser muy lentos -lo que los biólogos achacan a la alta concentración de magnesio en su sangre- llama la atención la rapidez que imprimen estos crustáceos cuando el grupo se descompone. "Desconozco científicamente a qué responde este comportamiento. Pero todo el mundo sabe que ante una concentración de centollas, si retiras una de arriba, el grupo se disuelve, y si sacas una de los laterales, se contrae", apunta el buzo Paulino Cameselle.