"Ha llegado el momento vigueses -decía Palacios el 28 de noviembre de 1923- de poner en práctica todos vuestros entusiasmos y todos vuestros talentos para materialización del ansiado ideal de la posibilidad de admirar un día, al Vigo hermoso bello y próspero y capaz de contener, no solo la pléyade de sus hijos, muchos de ellos dispersos por el mundo, atajando así su emigración, sino también de atraer, por añadidura, nuevos elementos y capitales españoles o extranjeros que vigoricen y complementen sus propias fuerzas, pues para ello tiene sobrados atractivos nuestra Ciudad Imán, como la llamé un día".

Y dentro de ese gran proyecto de transformación de la ciudad jugaba un papel fundamental la creación de la zona balnearia de Vigo-Samil.

El momento había llegado. La zona de Samil se encontraba en estado original y en disposición de que se pudiera trazar en ella el plan perfecto. "Si dejáis, pasar una semana, un mes, un año... las dificultades se presentarán, comenzarán las excesivas y prematuras, revalorizaciones del terreno, se efectuarán construcciones sin plan alguno con accesos inadecuados o sin accesos".

Por las razones expuestas y por otras muchas, era preciso actuar rápidamente sobre Samil; estudiar, decidir y decretar, reglamentar y construir.

Y era labor tan fácil como brillante, pero solo a condición de que todos los que pudieran hacer algo pusieran algo de su parte, con todo desinterés, con toda energía, nuestra acción, pequeña o grande. Era preciso también apartar todo personalismo elevando el espíritu y sobre todo desechar el pueril temor de que se crea que vamos por algo.

La voz de los vigueses

No era preciso insistir más. Llegado a este punto percibía claramente la voz de muchos entusiastas vigueses de nacimiento o de adopción, ingenieros y arquitectos, jurisconsultos y financieros, industriales y propietarios, que se interrogan a sí mismos diciendo: ¿Que podríamos hacer? ¿Qué organización nos proponéis para aunar nuestros, esfuerzos en la realización del soñado Vigo- Samil?

Correspondería a los Ingenieros el levantamiento del plano topográfico y parcelario de la superficie a que afecta Samil.

Y a los arquitectos, precisar el trazado general sobre el plano topográfico y parcelario anterior con las alineaciones y rasantes de la Gran Vía Marítima aneja a la gran Playa de Baños y de las demás vías principales, paseos y jardines, concretando también los emplazamientos de los edificios de carácter público o interés general, como son el Gran Casino, Hoteles, Club Náutico, Iglesia... . "Cuenta Vigo para todo esto con un plantel de jóvenes arquitectos, fraternales compañeros míos, que laborando armónicamente, llevarán a cabo con el mejor lucimiento ese cometido... Pensamos en el bellísimo Casino de puras líneas clásicas, rodeado de jardines que trazará nuestro Gómez Omán, maestro en su arte; la Iglesia en un románico gallego modernizado, gratísimo tema a los entusiasmos de Genaro de Lafuente, los grandes Hoteles y el club Náutico que trazarían con firme espíritu moderno Estens y Franco y otros diversos edificios mencionados, los de la última hornada, Salgado y Cominges...".

Moción y petición

Sólo dos días después el alcalde, Sr. Arosa, presentaba en el Ayuntamiento una moción, aprobada por aclamación, en la que señalaba que "en el FARO DE Vigo aparece un articulo titulado «Un llamamiento a los vigueses», que firma D. Antonio Palacios, en el que se desenvuelve su pensamiento referente a uno de los elementos de prosperidad de Vigo, que considera de mayor importancia: que es la creación de la playa de baños y ciudad jardín, en Samil".

Y como lo consideraba dirigido al Excelentísimo Ayuntamiento, pedía que se acepte éste, en todas sus partes, el pensamiento y proposiciones que en él se formulan y que se proceda con toda urgencia a desenvolver los trabajos previos necesarios para poder llevar a feliz término el pensamiento que en dicho escrito desarrolla D. Antonio Palacios.

Y le enviaron un telegrama diciéndole que adelante...