Nuevo aviso del mar a Punta Langosteira. La boya meteorológica de Puertos del Estado ubicada cerca del puerto exterior de A Coruña registró el pasado 28 de octubre la ola más alta en lo que va de otoño en Galicia: 10,27 metros. Los ingenieros que avalaron la resistencia del dique que abriga esta multimillonaria terminal estiman que resistiría la embestida de oleajes de hasta 20 metros. Y como sostienen que semejante altura suele formarse cada 140 años, no hay nada que temer, al menos a corto plazo. El riesgo lo tienen controlado, pero los temores persisten. Son las consecuencias de construir un complejo portuario en contra de la naturaleza. Y mientras ésta avisa y da sustos incluso mortales en A Coruña, en Vigo el mismo temporal ni se siente y tampoco afecta a la operatividad de sus muelles los 365 días del año.

Solo en las proximidades de las islas Sisargas (A Coruña) y en Estaca de Bares (Lugo) las olas llegan a cotas similares a las que año tras año cercan la gigantesca explanada portuaria herculina, que roza ya los 1.000 millones de inversión y donde todavía continúan las obras a golpe de crédito y a costa de las arcas del erario público. Ni siquiera los temporales más fuertes de las Rías Baixas alcanzan la mitad de altura de los oleajes del norte. Así lo prueba otra de las boyas de Puertos del Estado, situada a varias millas de distancia de Cabo Silleiro (Baiona). La misma madrugada que Punta Langosteira batía su récord otoñal, el medidor flotante reflejó 2,6 metros de altura máxima de ola. Y no era una excepción.

En realidad, la media del oleaje en el mar abierto que se extiende más allá de Cíes ronda esa altura. Según los últimos registros históricos de los que dispone el departamento dependiente del Ministerio de Fomento, correspondientes a los años 2010 y 2011, en esta zona la media de la altura máxima del oleaje se situó en 4,6 metros. "Y esto no supone ningún impedimento para la entrada de los tráficos que llegan a Vigo porque pueden soportarlo hasta llegar a nuestro puerto, donde estarán abrigados", apunta el presidente de la Autoridad Portuaria, Ignacio López-Chaves.

Sin querer rivalizar con la terminal herculina, con esta única declaración López-Chaves señala el principal problema que presenta Punta Langosteira: la seguridad. Y es que habrá capitanes de petroleros que se lo piensen dos veces antes de abordar ese amenazante oleaje para entrar en la descomunal dársena. Aún superando esta complicada maniobra, muchos de ellos ni siquiera se verán resguardados por el robusto dique de 25 metros de alto (obra que se saldó con cuatro operarios muertos, dos de ellos, por causa directa de la violencia del mar). Así que tal vez más navieras sigan el ejemplo de Docwise -propietaria del Blue Marlin, el buque que sufrió importantes daños durante el embarque de un casco militar construido en los astilleros ferrolanos de Navantia en pleno agosto del año 2012- , y opten, como esta compañía holandesa, por repetir la experiencia en Galicia, eso sí, en aguas más tranquilas, como las de Vigo.