Al exhaustivo control de velocidad al que está sometiendo la Dirección General de Tráfico a los conductores en los accesos y salidas de la ciudad, se suma el que lleva a cabo la Policía Local en Vigo. Los dos radares fijos que se alternan entre varias cabinas, junto con el vehículo camuflado C3 se distribuyen desde 2012 entre casi medio centenar de calles, el doble que hasta entonces.

"Queremos que el radar esté en el conjunto de la ciudad, no sólo en unos lugares particulares. Nuestra intención es que los conductores piensen que puede estar en cualquier calle y que esto sirva para evitar que bajen la guardia e incrementar así la seguridad", argumentó hace un año el entonces concejal de Tráfico, Carlos López Font.

Una reducción de velocidad de hasta 20 km/h a solo 30 metros de un radar - Los nuevos -y viejos- radares de la autovía A-55 exigen máxima concentración. Uno de ellos, en la primera bajada desde el alto de Puxeiros a O Porriño (imagen de la izquierda) está a escasos 30 metros de una señal de limitación a 60 km/h. Hasta ese punto el límite es de 80 km/h, por lo que los conductores deben reaccionar en un corto espacio de tiempo si no quieren ser multados. Algo similar -de 100 km/h a 80 km/h- sucede en sentido Vigo a la altura del desvío hacia Sanguiñeda.