Si los 50.000 conductores que circulan a diario por Rande pudieran observar el aspecto que presentan los pilares del puente acabarían preguntándose en qué invierte Audasa los 65,1 millones de euros que solo entre enero y junio de este año recaudó por el cobro de peajes en la AP-9. Porque de destinar algún pellizco de sus cuantiosos ingresos al mantenimiento del emblemático viaducto, los desconchados en sus pilares denunciados hace dos años por los vecinos de Redondela no continuarían igual que entonces, o incluso peor. Ahora hay más y de mayor tamaño. Ingenieros consultados por este periódico descartan que estos desprendimientos en la cimentación afecten a la seguridad de la estructura, "pero indican cuando menos un descuido en las labores de mantenimiento", afirman.

A juicio de los expertos, esos trabajos de revisión y reparación deben ser "constantes" sobre todo en una construcción que ya supera los 30 años, y recomiendan "intensificarlos" para evitar que un "desconchado de la capa de hormigón" derive en un problema más grave o incluso, irreversible. Serafín Ocaña, director de la consultora de ingeniería G.O.C., ejemplifica así lo que podría pasar: "Ocurriría como con las personas. Se trata de la piel del puente y si no proteges tu piel del sol, acabarás cogiendo cáncer".

Cuando en octubre de 2010, la Asociación de Afectados por la Ampliación de la AP-9 denunció en los medios de comunicación los desconchados descubiertos en el pilar del puente enclavado en el mar más próximo a tierra redondelana y orientado hacia San Simón, el Ministerio de Fomento, dirigido en ese momento por José Blanco, reaccionó de la siguiente manera: "El puente se encuentra en perfecto estado, se cumple de manera escrupulosa con el mantenimiento y está sometido a una revisión continua". Francisco Puch, directivo del citado colectivo vecinal, se apoya en las imágenes que acompañan esta información, tomadas hace unos días, para asegurar que "desmuestran que no exagerábamos. La huella de los desprendimientos de hormigón de hace dos años sigue ahí, y con los hierros al descubierto. O sea que, el mantenimiento, al menos el de los pilares, deja mucho que desear".

Como Serafín Ocaña, José Antonio González Meijide, vicedecano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Galicia, está convencido de que Audasa revisa con detalle el viaducto, pero también coincide en atribuir ese descuido que reflejan la permanencia de esos desconchados al "elevado coste de su reparación". "En un puente de estas características no es fácil actuar. Cualquier intervención sobre los pilares debería hacerse desde el mar y esto es muy costoso", argumenta Meijide. Para Ocaña no hay otra razón que la económica: "De hecho Audasa no hace mucho que intervino sobre el tablero, lo que significa que hace mantenimiento, pero el más barato. Y yo siempre digo que pequeñas intervenciones a tiempo son más efectivas que unas cuantiosas cuando el daño está hecho".

Ambos expertos insisten en que el desprendimiento de capas de hormigón en los pilares de Rande son "una consecuencia natural" de la erosión del clima, agravada por la cercanía con el mar. "Ni es una incidencia excepcional ni afecta a la seguridad de la estructura", recalcan. Lamentan que las sujeciones de un puente tan emblemático ofrezcan esa "imagen descuidada", pero tampoco consideran urgente su reparación. En este sentido, Meijide hace una precisión: "La función de ese hormigonado es protectora, de recubrimiento de la armadura. Que se desprendan capas debemos tomarlo como una señal de aviso porque son los primeros síntomas de una enfermedad que hay que tratar. De lo contrario, la corrosión atacará al acero con óxido de hierro y el pilar perderá capacidad estructural".