El desarrollo económico de la ciudad viguesa está asegurado, al igual que la posibilidad de conservar el patrimonio histórico de Vigo. Y ambas opciones son compatibles. Es una de las principales conclusiones que se extrajeron del debate celebrado ayer, dentro de "Vigo no diván", y que supuso el cierre del ciclo que se había iniciado hace una semana, con motivo del Bicentenario.

La sesión se inició con la proyección de un documental sobre el paisaje urbano de la ciudad en los años 50, que sirvió como elemento dinamizador del debate sobre la modernidad en comparación con la conservación. Como ejemplo, los intervinientes pusieron la decisión, recientemente adoptada por el Concello, de mantener el complejo de edificios de la Panificadora. El psiquiatra y músico Antón Seoane, habló de los distintos elementos que han construido la sociedad y la identidad viguesas. Al respecto abogó por la importancia de mantener unas buenas redes sociales y contar con una identidad colectiva.

La intervención de mayor calado, sin duda, fue la de Antón Costas, catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona y presidente del consejo de Endesa en Cataluña. En su alocución apuntó que Vigo no debe de tener complejos por no ser sede administrativa, "sino que debe de centrarse en su papel, que es el de ser emprendedora y generar riqueza". Repasó, además, las "refundaciones" que ha sufrido Vigo, la última de las cuales es pasar de la fábrica tradicional a la sociedad del conocimiento. Un cambio en el que "la Universidad viguesa es fundamental", añadió.

En el debate también participaron la periodista Magis Iglesias y el presidente de la asociación de defensa del Patrimonio de Cartagena, Juan Miguel Margalef. La diputada socialista María José Caride excusó su presencia por la celebración de una comisión parlamentaria en Santiago.